Opinión

El ruido de los tractores impide escuchar al medio ambiente

Algo que sorprende y preocupa a la ciudadanía son las “tractoradas” protagonizadas por agricultores y ganaderos, no solo a nivel estatal sino también europeo. Y preocupa porque estos dos sectores sean capaces de colapsar ciudades, la circulación, el abastecimiento de los mercados, e incidir en la producción, como el pasado día en Volkswagen Landaben. También porque nos sentimos rehenes ante la fuerza que estos sectores pueden desarrollar para conseguir sus objetivos, sean o no justos y asumibles.

Examinando sus reivindicaciones, nos encontramos con algunas que pueden considerarse justas y otras rechazables.

A) Los agricultores europeos están en una situación crítica, con precios bajos en origen consecuencia de la globalización, una inflación disparada y aumento de costes de producción debido a la guerra de Ucrania.

B) Otro factor negativo es que los agricultores europeos están obligados a producir de forma más segura y sostenible; en cambio los competidores extranjeros lo hacen con estándares inferiores y sin cumplir los compromisos con la Agenda 2030 o el Pacto Verde.

Lo que es absolutamente rechazable es el incumplimiento de las normativas ambientales provenientes de la Unión Europea. Esas directivas encaminadas a proteger el medio ambiente y la salud ciudadana, impacta gravemente con los objetivos de producir más y más barato. “No se puede pretender resolver fallos del sistema del mercado globalizado, con pasos atrás en materia ambiental”.

El Parlamento Europeo bajo la presión de las “tractoradas”, ya ha dado luz verde a alguna de las reivindicaciones de los agricultores en materia ambiental, como son: Flexibilizar las Buenas Condiciones Agrarias y Medioambientales. Cobertura mínima vegetal para evitar suelos desnudos en los períodos más sensibles. Rotación de cultivos y destinar un porcentaje mínimo de la superficie agrícola a superficies no productivas (barbecho). Con esto han conseguido una rebaja en la actual normativa, que hará voluntarias la mitad de las obligaciones ambientales que se exigían para cobrar la PAC. Esto nos hace retroceder a 2007 y creemos que Europa pretende seguir en esa línea, no solo de manera temporal sino permanentemente.

Algo preocupante es el Glifosato, el herbicida más vendido del mundo, calificado por la OMS como “probablemente cancerígeno” y que la Unión Europea permite su uso durante 10 años más debido a la presión de las multinacionales y agricultores. Según Greenpeace “el Glifosato es un arma de destrucción masiva, que no solo afecta a la biodiversidad del agua y del suelo, las polinizadoras… sino también a la salud de las personas”. Ya existen sentencias condenatorias en EEUU a favor de víctimas del cáncer.

No hace falta irnos muy lejos para conocer casos de contaminación. En 2020 en Navarra la U.E. detectó Zonas Vulnerables a los Nitratos en un espacio de 995 kilómetros cuadrados. Esto también se da en el estado español, por lo que la Comisión Europea les ha llevado al Tribunal de Justicia Europeo. La actividad agroganadera ha provocado contaminación difusa por nitratos en las aguas subterráneas en el aluvial del rio Ebro, en el del rio Cidacos y en la zona Rioja Mendavia. Y esto va a más… Además, el empleo generalizado de hormonas y antibióticos preventivos en la ganadería intensiva, acaban en los suelos agrícolas a través del estiércol y purines, creando superbacterias resistentes a los antibióticos.

Actualmente la guerra se está desarrollando en el Parlamento Europeo, donde la mayoría conservadora y de extrema derecha, se enfrentan a progresistas y verdes por mantener y desarrollar propuestas ambientales que favorezcan al medio ambiente y a la ciudadanía. El próximo mes de junio se celebrarán Elecciones Europeas, Ese es el momento adecuado para responder con nuestro voto (y no con tractores), a lo que nos van a imponer desde Europa y los colectivos de agricultores y ganaderos, que priorizan sus beneficios económicos a un modelo ambiental sostenible que garantice la vida en el Planeta Tierra.