Opinión

Inversiones forales en El Culebrete de dudosa efectividad

El Gobierno de Navarra ha invertido 1,4 millones de euros en la construcción de una planta de bioestabilización y tratamiento de materia orgánica selectiva en el vertedero de El Culebrete y dos puntos limpios que darán servicio a las localidades de la Ribera. La nueva planta permitirá tratar hasta 18.700 toneladas de residuos al año y transformarlas en material bioestabilizado, destinado para la restauración de suelos.

Aparentemente se trata de una buena noticia, pero que también presenta un lado oscuro. Si la gestión de la planta se hace adecuadamente, servirá para disminuir los lixiviados producidos por el vertido de la materia orgánica. Pero hagamos un poco de historia. La nueva planta de bioestabilizado sustituye a otra puesta en marcha en el 2006 que ha generado muchos problemas. En octubre de 2003, FCC consiguió por concurso la construcción y explotación para un período de 20 años del conjunto de instalaciones de El Culebrete, entre las que se encontraba una planta de bioestabilizado.

El departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra consideró en varias ocasiones iniciar expedientes sancionadores contra la Mancomunidad de La Ribera. Al menos en una ocasión el problema se produjo tras detectar un vertido de lixiviados con alta carga contaminante que alcanzó la cercana Reserva Natural Balsa de el Pulguer. El problema se debería a posibles filtraciones procedentes del vertedero, y podría haber sido la causa de la muerte de 1.550 ovejas de una ganadera local.​

Así mismo, la planta ha recibido en varias ocasiones sanciones por deficiencias en el tratamiento de los residuos, emisiones a la atmósfera y por producción de lixiviados. Estas se han producido tras las inspecciones realizadas por técnicos de Medio Ambiente. A resultas de ello, la Mancomunidad ha tenido que hacer frente a diversas multas.

Por otra parte, las dificultades de funcionamiento dieron lugar a que el Consorcio de Residuos encargara una auditoría, que fue realizada en el año 2013 y cuyo resumen presenta datos espectaculares: Hay un desbalance del 32,4% en el balance de masas, un  desbalance del 38,5 en el balance de residuos biodegradables y un desbalance del 36,5% en el balance de energía. La auditoría sugiere analizar la sostenibilidad económica teniendo en cuenta los costes de tratamiento y los ingresos por venta de materiales y energía. En cuanto a la materia orgánica -que no se puede denominar compost ya que no procede de recogida selectiva-, la auditoría indica que contiene una elevada cantidad de metales pesados tales como cadmio y plomo, quedando fuera de la normativa de productos fertilizantes y estando prohibida su venta. Su obligado su destino es el vertedero. 

Si la planta inicial hubiera funcionado correctamente, no se habrían producido lixiviados. Lo cual nos lleva a la siguiente duda: o bien la construcción tenía defectos, o bien su mantenimiento y gestión fue deficiente. En ambas circunstancias el responsable es el mismo; la constructora FCC. ¿Se exigieron responsabilidades por el fallo de la planta y por los daños ambientales causados?

La nueva planta recién inaugurada tiene las mismas premisas; ha sido construida por FCC y seguirá con su mantenimiento a pesar de la mala gestión realizada en El Culebrete.

Centralización de infraestructuras

La Mancomunidad de la Ribera no sólo recibe actualmente la fracción mezclada de los residuos domiciliarios de su entorno, sino también de las mancomunidades de Sakana, Bortziriak, Ribera Alta, Mairaga y Sangüesa y Anteriormente de Valdizarbe.

La planta de biometanización, dimensionada para la fracción resto propia (28.410 Tn/año), trata además la fracción resto de las otras cinco mancomunidades citadas (38.475 Tn/año), con un total de 66.885 Tn/año, cantidad imposible de biometanizar adecuadamente.

Trasladar por carretera la mayor parte de los residuos procedentes de la fracción resto de toda Navarra hasta Tudela, supone un elevado gasto económico, energético, contaminación, riesgo de accidentes etc. Como ejemplo la distancia de Valcarlos a Tudela es de 167 Km, por lo que los camiones deben hacer un recorrido de al menos 334 Km. Por eso la actual Directiva Marco de Residuos establece en su artículo 16 el principio de autosuficiencia y proximidad. Igualmente el Plan de Residuos de Navarra (PRN) marca el mismo principio de autosuficiencia y proximidad. Es decir nos encontramos ante un claro incumplimiento de la legislación vigente.

El tratamiento de los residuos debe realizarse prioritariamente en el lugar donde se originan, especialmente la materia orgánica. El PRN prioriza el autocompostaje y compostaje comunitario en zonas rurales, así como las plantas de compostaje de pequeña dimensión en el resto de núcleos de población. Carece de sentido su traslado, sobre todo teniendo en cuenta su alto grado de humedad, entre el 40% y el 60%, por lo que mayormente se transporta es agua. ¿No habría sido más razonable bioestabilizar la fracción resto de las diversas zonas de Navarra de forma descentralizada, en lugar de hacer una instalación para las seis mancomunidades?

De acuerdo al balance de la planta de El Culebrete, durante el año 2019 la cantidad de biorresiduos recogidos selectivamente en la Mancomunidad de la Ribera es de aproximadamente un 3%, cuando el PRN establece que para el año 2020 debe ser de al menos un 50%. También el PRN establece que el despliegue de contenedores para recogida selectiva de biorresiduos debe ser al menos del 75% en el mismo año 2020, cuando actualmente el despliegue es mínimo. Las inversiones realizadas en la planta ¿Van a conseguir cumplir los objetivos anteriores?¿Estamos ante un problema de infraestructuras o de gestión?

Gestión centralizada y pública

El Consorcio actual, que agrupa casi a la mitad de la población de Navarra, confunde gestión centralizada con centralización de infraestructuras. Carece de sentido autorizar una ampliación de la Autorización Ambiental Integrada de la planta de El Culebrete, en lugar de hacer plantas de tratamiento dispersas por Navarra en función de las características geográficas, densidad de población de cada zona etc.

Se ha optado por potenciar El Culebrete, renovando infraestructuras, cuando lo que se debe hacer es renovar la gestión, que debe ser pública, sin depender de empresas privadas, como en este caso de FCC.

Las infraestructuras de tratamiento de residuos deben ser sufragadas vía tasas por las administraciones locales correspondientes, respondiendo al principio de que quien contamina paga. Las Directivas europeas así lo exigen, tanto en residuos como para agua, saneamiento etc. Obligan a poner en marcha el pago por generación y que sea el propio usuario el que pague en su totalidad el servicio recibido dándole la oportunidad de responsabilizarse. Sin embargo en Navarra se utilizan otros procedimientos de pago, fundamentalmente basados en el valor catastral de las viviendas, como si se tratara de un impuesto. Aunque aumenten tus residuos o no los separes adecuadamente en las recogidas selectivas obligatorias, pagarás por los mismos lo mismo, lo que crea un grave problema de falta de incentivos.

El PRN tiene establecido una tasa al vertido de residuos y entre sus objetivos figura penalizar al ciudadano que no contribuye a las diferentes recogidas selectivas, bonificando al que lo hace bien. En el caso concreto de la Mancomunidad de la Ribera, beneficiaria de la inversión al 100% y propietaria de la infraestructura. Es de destacar que prácticamente carece de recogida selectiva de materia orgánica y en lugar de penalizarle, se le premia financiándole la totalidad de la inversión.

No es de recibo que el dinero público de todos los navarros se destine a una administración local, que además es un mal ejemplo en el tratamiento y gestión de los residuos.

Necesidad. Cumplimientos de objetivos y directivas europeas

Dentro del LIBRO VERDE sobre la gestión de los biorresiduos en la Unión Europea se encuentra la prevención y ocupa el primer lugar en la jerarquía de tratamiento de residuos.

Tanto en el PRN como su Ley Foral dicen: la prevención en la generación de residuos, la captación de materia orgánica neta, el porcentaje de impropios en la materia orgánica recogida, es decir la forma en la que los biorresiduos son recogidos para su posterior tratamiento, son considerados como clave para conseguir los objetivos marcados; la clave se encuentra en si realmente con la construcción de esta nueva instalación en la Ribera vamos a poder conseguirlo, a sabiendas de los escasos logros que tenemos en cuanto a recogida selectiva de biorresiduos en la Ribera; a nuestro entender estamos comenzando a construir la casa por el tejado.

Así las cosas, las preguntas que surgen son inevitables:

¿Qué medidas específicas para la prevención y captación de biorresiduos se han adoptado por parte de la Mancomunidad de la Ribera hasta el momento actual y cuáles se implementarán en el futuro?

¿Porqué el Gobierno de Navarra financia un proyecto con dinero de todos a Mancomunidades que han incumplido e incumplen sistemática las principales normas europeas en materia de gestión de residuos?

La respuesta es “la necesidad”. De esta forma demostramos al Gobierno del Estado y a la Unión Europea, que estamos trabajando en plantear soluciones para la resolución de los problemas actuales derivados de los biorresiduos, aunque quizás las soluciones que pretendamos aplicar, no sean las más acertadas para mitigar el problema.

En materia de gestión, si ésta no es compartida con el Gobierno de Navarra y éste no está implicado, volveremos a vivir escenarios como los pasados, repletos de expedientes sancionadores que finalmente no llevan a ningún sitio, más que a continuar asentados a perpetuidad en el incumplimiento de los objetivos europeos.

Lo negativo de no aplicar la lógica ante situaciones como la actual, es que pensamos que la solución es endiabladamente compleja, como es el caso, siendo necesario agrupar gestiones de diferentes mancomunidades para obtener una rentabilidad económica, que no ambiental, teniendo la solución justo ahí delante, con tan sólo aplicar los principios de autosuficiencia y proximidad que emanan de la ley de residuos estatal y de nuestra ley foral de residuos, puesto que estas ocurrencias han demostrado ser siempre un saco roto donde mal invertir y una premonición al fracaso más estrepitoso.

No podemos olvidar, que la buena gestión de los residuos contribuye a la mejora y sostenibilidad del Planeta.