Según el nuevo testamento, Santa Ana es la madre de la Virgen de la Esperanza. Es el momento de que hablen con su nieto e hijo, y se pongan manos al asunto para que todo este correcto para las próximas fiestas.
Con este titular, podría acabar mi opinión. Naturalmente desde el respeto a todos; creyentes y no creyentes. Pero la voy a prolongar un poquito.
El 2020 fue el año en que el virus dio el golpe mortal a todo: vida, salud, trabajo, fiestas…
El 2021 es el de la esperanza, la ilusión, el de que esta vez sí, ya queda menos.
Menos para quitarnos totalmente la mascarilla, menos para que los días grises retornen en luz, menos para gritar: ¡Viva Santa Ana!
Qué momento tan fantástico para empezar de nuevo, dejando atrás todos los malos presagios. Y dar una oportunidad al dialogo, al entendimiento, a la amistad.
Me niego hacer caso de los agoreros de que todo está fatal. Tudela, Navarra y España comienzan a tener mejores expectativas y esperanzadores resultados. Observemos más lo que nos rodea y menos las manipuladas redes sociales.
Vivir, vivir… y dejar vivir, a poder ser, con: Esperanza.
