Resulta paradójico que en estos tiempos de pandemia, los que más perspectivas de vida tienen, son los que más prisa tienen por vivir. Llamo vivir al no dejar para mañana la fiesta que puedas hacer hoy, a pesar de que se corran tremendos riesgos de contagiarse y contagiar.
Mientras la mayoría de personas mayores cumplen y acatan todas las decisiones que manda el gobierno en unas condiciones a veces inhumanas. Un gran porcentaje de jóvenes y no tan jóvenes, da la sensación del que el virus no les va afectar y por lo tanto actúan como si no existiera.
Gran parte de una generación que hizo posible como predicción de Alfonso Guerra en el 81: que este país cambiase tanto que no lo conoce ni la madre que lo pario. Están hoy en una situación de miedo y abandono a su suerte.
Como siempre hay honrosas excepciones y sería injusto generalizar. Pero es muy triste desde el punto de vista de un mayor de 65 años, ver como todas ilusiones y expectativas a las que lícitamente tienen derecho, se van hundiendo en el día a día viendo las noticias e imágenes que nos ofrecen los medios de comunicación.
Nunca hubo una brecha tan grande de insolidaridad entre generaciones.
Una pandemia como esta que al parecer la consigna es él; sálvese quien pueda, conlleva que los que peor lo tienen son los mayores que ya han cumplido con la sociedad con creces.
Por probabilidades un joven lo que no realice este año lo podrá hacer más adelante, un mayor lo que no realice este año quizás no lo podrá hacer nunca.
