Opinión

Pensamiento crítico, imaginación, ideas

Encuesta realizada por el CIS (centro de investigaciones sociológicas).

Pregunta número uno: ¿qué piensas del feminismo? 
Pregunta número dos: ¿qué piensas de la iglesia?
Pregunta número tres: ¿qué piensas de los toros?
Pregunta número cuatro: ¿qué piensas del aborto?

No es difícil imaginar las respuestas más comunes a estas cuestiones. Respecto del primer caso, lo común es decir “la igualdad está muy lejos, tenemos que seguir peleando”. Respecto del segundo: “la iglesia está muy alejada de la realidad, esto de que los curas no puedan casarse es retrógrado, luego pasa lo que pasa”. Tercera: “no puede ser que la muerte de un animal sea una fiesta; es una salvajada”. La cuarta depende, en gran manera, de nuestra educación previa y nuestros contactos sociales. La respuesta va desde el “nosotras parimos, nosotras decidimos” hasta “siempre es un asesinato, y debería condenarse como tal”. 

El encabezamiento del artículo indica un orden fundamental para poder avanzar como sociedad. Sin pensamiento crítico e imaginación no puede haber ideas. Y una comunidad no puede avanzar ni progresar sin ideas. En este caso, ¿a quién le interesa tener una población dormida y anestesiada? A todos aquellos con privilegios que desean mantener a cualquier precio. Sí, lo primero que nos viene a la cabeza son los políticos. Tiene sentido: ¿dónde estarían trabajando algunos de ellos sin su puesto actual? En demasiadas ocasiones su mérito es única y exclusivamente su carrera dentro del partido. Cada vez es más raro ver perfiles asociados a una carrera profesional brillante. Eso no ocurría en el pasado. Para muestra, un botón. Pensemos en los últimos presidentes del gobierno de España. Con sus luces y sombras, Felipe González y José María Aznar tenían una visión de estado. Son figuras respetadas en el panorama nacional e internacional. Si pasamos a José Luis Rodríguez Zapatero y a Mariano Rajoy, su perfil es más bajo. Es más, cuando Pedro Sánchez no sea presidente del gobierno (cosa que pasará), ¿qué perfil tendrá? De hecho, cumple una característica jamás vista: decir un día una cosa, la contraria y hacer una tercera que no la había dicho ni a la mañana ni a la tarde. 

 Por supuesto, existen más sectores que ganan con la pasividad social. Grandes empresas que juegan con nuestros datos. Sí, las tecnológicas. Eso de que “si no pagas por algo, el producto eres tú” ya está pasado de moda. Ahora se lleva: “cuando no tienes elección, la elección eres tú” (Kiran Bir Sethi, educadora). Cada vez metemos más tiempo en los dispositivos electrónicos y la pantallas, vivimos en una “economía de la atención” (Tim Wu, profesor). Es más, muchos articulistas cobran según el número de clics recibidos por su noticia. Por esa razón el objetivo no es el suceso en sí mismo, es generar el titular suficientemente atractivo para hacer clic. 

Esto no es bueno para la crítica, ya que nos deja en el cerebro simples frases, sin pensar en la implicación de cada cosa. Eso lo saben los gurús políticos (Iván Redondo es el de Pedro Sánchez). La falta de pensamiento crítico implica percibir la realidad en forma de titulares atractivos que no llevan a la reflexión.

Así, se orquesta una campaña que implica realizar cambios en el poder judicial, alargar la provisionalidad en instituciones públicas estratégicas, cambiar también la ley de enjuiciamiento criminal otorgando más peso a los fiscales (los cuales dependen del Estado, claro), instaurar una agencia gubernamental para discriminar lo verdadero de lo falso, aprobar una ley de educación más que conflictiva o pactos políticos que se habían negado por activa y pasiva en el pasado. Todo parece obedecer a un único fin: perpetuarse en el poder. Y eso ocurre en diferentes países, en diferentes formas.

Juan Ignacio Martínez, entrenador de fútbol, recuerda de su experiencia en China que su sistema educativo, orientado a la obediencia y a un menor espíritu crítico, crea futbolistas con poca creatividad. Es una explicación atractiva que sirve para intuir la razón por la cual China, con 1.300 millones de habitantes y una creciente afición al deporte del balón, tiene un nivel internacional tan bajo. Lo decía también Figo, exfutbolista reconocido con un balón de oro: “ahora se aprende a jugar en las escuelas y academias, es todo rígido y nada natural”. ¿Corremos ese riesgo como sociedad? ¿Acaso no existe un confinamiento perimetral en torno a los cerebros para evitar la entrada de ideas infecciosas?

Santiago Grisolía nos recuerda que “las libertades y derechos nunca se consolidan. Cada generación debe batallarlo”. Sí. Tenemos la obligación de hacerlo. No podemos avanzar sin dudar  y sin desarrollar nuestra imaginación.

 Feminismo, en términos lingüísticos, es opuesto a machismo. La iglesia realiza una labor social que ahorra millones de euros al Estado todos los años. Existen animales de los que nos alimentamos cada día con una vida más dura y cruel que la de los toros. El aborto genera depresiones, aunque en lugares donde está terminantemente prohibido se genera más delincuencia. Sí; una pregunta puede tener muchas respuestas.

Estimado lector: piensa, duda, imagina.

Javier Otazu Ojer
www.asociacionkratos.com