Opinión

Operación bichito: diagnóstico, gestión, motivación

Pasado un tiempo desde el comienzo del estado de alarma, ya se puede hacer un diagnóstico de la situación. Uno. La crisis sanitaria afecta de manera heterogénea a todo el planeta, la tasa de contagio es altísima y estamos al final del principio del comienzo. Dos. Muchos agentes económicos no pueden sobrevivir mucho tiempo en esta situación; por lo tanto a medio plazo se retornará a la actividad normal poco a poco con unos exigentes protocolos cuyo incumplimiento será sancionado con multas siderales. Tres. Muchas actividades económicas disminuirán, sobre todo aquellas que están más relacionadas con la conexión humana y global (discotecas, turismo o viajes). Cuatro. Será conveniente una reunión sobre el “nuevo orden mundial”, al estilo de Bretton Woods en 1944, cuando faltaba poco para terminar la Segunda Guerra Mundial. Es prioritario redefinir las instituciones globales. Además, se debe empezar a explorar el tema de la renta mínima, ante el incremento  de paro que se avecina. El problema es que de los grandes dirigentes mundiales sólo genera confianza Angela Merkel, que se encuentra en su último mandato (y en cuarentena). 

Respecto a la gestión en España, irá mejorando con el tiempo. Recomiendo ver los discursos de todos los líderes sin voz, estudiando su lenguaje no verbal (55% del mensaje). ¿Se transmite aplomo, intensidad, serenidad y confianza? No mucha. Al menos hay un consuelo: como cada país está aplicando medidas diferentes podemos saber lo mejor y lo peor en cada caso. De momento, el ganador: Taiwan. 

Al gobierno se le exige eficiencia en la gestión y transparencia total. Nada más. A los que más tienen, solidaridad. Es muy fácil quedarse en casa cuando tienes un palacio. ¿Y las donaciones? Ya lo dice el tío Gilito: apoyo, todo. Dinero, nada. 

Respecto de la motivación personal, estamos cansados de escuchar la misma cantinela: “venceremos todos juntos”, “podemos aprovechar para hacer tareas pendientes”, “somos muy poca cosa”, “ahora aprenderemos a ser más humildes” o “hay que ser positivos”. Es el momento de buscar otros enfoques. Ya vale. Una vez que somos conscientes de la situación, la mejor motivación son las frases interiores que sirvan para solidificar nuestros valores y estimular nuestros actos. 

Así, se proponen tres niveles. Para nosotros mismos: “Somos lo que decidimos” (Mariano Sigman, neurocientífico). Para los demás: “De la conducta de cada uno depende el destino de todos” (Alejandro Magno). Como propósito: “Si supiera que el mundo se acaba mañana yo, hoy todavía, plantaría un árbol” (Martin Luther King).

NOTA 1.- este artículo tenía el propósito de evitar la palabra c_r_n_v_r_s.

NOTA2.- este artículo tiene el propósito de lograr una s_nr_s_.