Opinión

La luz

La iluminación que tenemos en las ciudades permite conducir tranquilamente con las luces apagadas sin ser conscientes de ello. Sí, es obligatorio ir con las luces de cruce; no obstante, el matiz importa. En una ocasión en la que estaba circulando con el coche (disculpen la autocita) la policía me detuvo debido a que no tenía encendidas las luces de corto alcance. Después de cargar con la consabida receta uno llega a casa y se lo toma con filosofía: todos tenemos despistes. No obstante, días después descubrí cuál era el problema real. Las lámparas estaban fundidas. Es extraño, pero no lo había tenido en cuenta. Ni siquiera lo había valorado: ¿cómo puede ser?

En momentos de oscuridad como los actuales, con una situación económica, política y social muy preocupante, hace falta luz para afrontar todos los problemas y retos que debemos afrontar como comunidad global. Sin embargo, estamos con las luces fundidas. La razón es muy sencilla: nuestras ideologías, nuestros remedios para los males actuales, nuestros prejuicios y nuestra visión del mundo corresponde a un pasado que ya no existe.

Pensamos en nuestros hijos recordando, como referencia, nuestra juventud. Las conclusiones que se sacan son de los siguientes tipos: “están todos días encerrados en sus pantallas y en las redes sociales”, “los tenemos demasiados protegidos” o “son unos consentidos”. Olvidamos los cambios sociales actuales, en especial los de los padres. Antes, la primera prioridad en el tiempo libre era estar con los hijos; ahora es la tercera o la cuarta. Lo más fácil es sustituir ese tiempo por dinero y caprichos. Para saber lo que va a ocurrir después, basta comprobar la situación vital de los hijos de muchos famosos. Programas de televisión o revistas para saber de sus andanzas las tenemos por doquier; se trata tan sólo de poder leer entre líneas. Eso se refiere a conocer lo que venden estos medios en realidad. De la misma forma que cuando vamos a un gimnasio compramos bienestar futuro, cuando adquirimos una revista o vemos un programa del corazón estaríamos comprando entretenimiento, cotilleo….y consuelo, cuando observamos que otras personas ricas y famosas también tienen problemas graves.

Hay más ejemplos. Muchos empresarios orgullosos de su negocio tienden a dormirse en los laureles pensando que las cosas van a ir siempre la mar de bien y para cuando se dan cuenta es demasiado tarde: se encuentran en un bucle que ya no tiene marcha atrás. Es lo que ocurre en la selva del mercado: unas empresas reemplazan a otras por motivos como la desidia, dejadez y pereza de unas o la competitividad, el entusiasmo y la visión de otras.  En la política la situación es diferente ya que los puestos se renuevan cada cuatro años. En este caso, es sorprendente el caso de Liz Truss, expremier británica: la han expulsado de su puesto….¡los mercados!

Sus políticas económicas expansivas fiscales, con una gran bajada de impuestos y un enorme aumento del gasto público para aliviar el próximo invierno energético  han hundido la libra y han generado un gran desplome en la economía británica, forzando su dimisión. ¿Quiere eso decir que vamos a un mundo en el que gobiernan las finanzas? La respuesta no es sí. La respuesta es que siempre ha sido así. La gran entrada de dinero en el sistema auspiciada por las políticas expansivas de los bancos centrales ha provocado un gran aumento de la masa monetaria M2, la cual está muy correlacionada con el rally alcista que han tenido las bolsas de valores mundiales. Así, los grandes fondos de inversión (en especial BlackRock y Vanguard) se han aprovechado de ello entrando o aumentando sus participaciones en las empresas más influyentes del mundo, cuyos nombres todos conocemos. En la actualidad, su peso en  la economía global es enorme.

El papel de la política es evitar que unos pocos se lleven todo y evitar que unos muchos se queden en la miseria. Sin embargo, lo que vemos es ideología, promoción del enfrentamiento contra el rival (buenos contra malos), marketing  sin igual (igualdad, libertad y progresismo es lo que se lleva) y amarillismo sobre los puestos a cubrir. 

Se necesitan políticas equilibradas (respecto de ganadores y perdedores), una clara redefinición del gasto público y unas normas de comportamiento transformadoras.

¿Cómo lograrlo? Aprendiendo de las experiencias de los demás, dialogando empáticamente con personas de todos los estratos sociales en muchos lugares diferentes,  meditando y reflexionando,  adquiriendo conocimiento, buscando ideas nuevas o informándonos por canales alternativos a los habituales. 

Es el ciclo de la luz: desaprender, aprender, aplicar, valorar.