Opinión

Incertidumbre

Cuando parecía que íbamos a tener unas fiestas tranquilas, llega la Navidad y la cosa cambia de sentido. ¿Cómo afrontar la realidad cuando desconocemos el futuro?

Por desgracia, tenemos la mala costumbre de no discriminar entre riesgo e incertidumbre. En el primer caso desconocemos los resultados, pero al menos podemos asignarles probabilidades. En el segundo caso, no podemos hacerlo. Y sin embargo, lo hacemos. En realidad, lo que hacemos es engañarnos a nosotros mismos. Incluso se llega a un extremo perverso: si decimos que vamos a tener una inflación muy alta con una probabilidad del 95%, siempre tenemos el 5% de margen de error para quedarnos tranquilos. Así nunca nos equivocamos. Ese 5% es un cajón “de sastre” que se convierte en un desastre.

En consecuencia, ¿qué aprendizaje podemos obtener de todo esto?

Tenemos tres conclusiones. También estamos programados para ello; nos cuesta recordar más de tres ideas cuando tenemos una conversación o acudimos a un evento.

Uno, distinguir profecía de predicción. Es como la astrología y la astronomía.

Dos, prepararnos siempre para las zozobras. Los buenos barcos son los que resisten bien las tormentas.

Tres, aprender a vivir con incertidumbre. 

En definitiva, vivir el presente honrando el pasado para mejorar el futuro.