Opinión

Humor

Un dicho antiguo dice que si no tienes dinero, te falta algo. Si no tienes amigos, te falta mucho. Si no tienes humor, te falta todo.

En situaciones como las actuales, ¿cómo reivindicar del humor? ¿Cómo sacar algo positivo de todas las situaciones tan tristes y preocupantes que estamos viviendo? ¿Cómo sonreír si después de la crisis sanitaria nos espera una supuesta catástrofe económica?

Podemos comenzar por un criterio utilitarista: ser optimista es bueno para la salud. Sabemos que el tabaco, el alcohol, la mala alimentación y el sedentarismo no son buenos. Sabemos que la dieta mediterránea, la vida social, hacer deporte y tener actividades que proporcionan desarrollo personal es bueno. No he descubierto mucho, no. Pero merece la pena recordar que la soledad mata: en Gran Bretaña, por ejemplo, se considera un grave problema de salud pública. Pues bien, el pesimismo también mata. Estudios recientes demostraban que ser pesimista era tan malo como fumar.

Claro que no se trata de ir cantando la conga por todos los lados y reírnos sin parar. Se debe comprender que el escenario nuevo es la total incertidumbre que tenemos sobre nuestro futuro. Toca adaptarse. 

Para unos epidemiólogos, pronto saldrá una vacuna: existen múltiples investigaciones mundiales buscándola. Para otros, habrá que vivir siempre con esto: habrá mutaciones, saldrán otros virus. Para unos economistas, la recuperación será en forma de V y esto será una pequeña pesadilla. Para otros, no habrá recuperación, nos quedaremos en forma de L con una deuda sideral y un desempleo estructural gigantesco.

En realidad, esta disparidad de criterios ya provoca humor. Otras cosas también: personas que se meten en maleteros para saltarse el confinamiento, otras que pasean con perros de peluche o algunas explicaciones que dan ciertos políticos dan risa.

Es el momento del optimismo responsable. 

Eso pasa por cumplir con nuestras obligaciones, exigir a los dirigentes y sonreír.