Opinión

Gigantes

Estamos acostumbrados a los relatos. El Premio Nobel de Economía Robert J.Shiller lo expone magistralmente en su libro “Narrativas económicas. Cómo las fake news y las historias virales afectan a la marcha de la economía”. Un ejemplo de  historia podría comenzar un 25 de julio de 1999 en el pabellón multiusos de Lisboa terminando el 3 de agosto del 2021 en Saitama (Japón). El protagonista, la selección española de baloncesto. Los eventos mencionados son partidos contra Estados Unidos. El primero, la final del Mundial Junior con victoria para España (94 – 87); el segundo, la derrota en la Olimpiada de Tokio 2020 (81 – 95). Así tenemos una narrativa asociada al deporte.

El deporte tiene muchas ventajas. La más obvia y simple: es bueno para la salud. Además, si la “guerra es la continuación de la política por otros medios”, podemos afirmar que “el deporte es un medio para evitar la guerra”. ¿Cómo negarlo? Las selecciones que ganan mundiales o los equipos que ganan títulos de prestigio los celebran mediante desfiles que recuerdan los recibimientos que tenían los legionarios del Imperio Romano cuando volvían a casa para celebrar sus múltiples victorias. Basta revisar imágenes del presente año con las victorias de Italia en la Eurocopa, el Chelsea en la Champions o el Atlético de Madrid en la Liga. 

Otra ventaja que no se puede menospreciar es que si hacemos deporte no hacemos actividades perjudiciales para la salud. Es lo que en economía se llama coste  de oportunidad: el tiempo invertido en cuidar al cuerpo no se puede usar para hacer un botellón, fumar unos cigarros o mirar como un simple autómata una pantalla. Por cierto: los algoritmos han logrado una hazaña tecnológica; las pantallas nos observan y nos escuchan más que nosotros a ellas. Por eso a menudo nos llegan sorprendentes anuncios de publicidad que están relacionados con nuestras costumbres y hábitos, sean éstos beneficiosos o perjudiciales para nuestra salud.

Además, el deporte crea relatos de grandes batallas vencidas a nivel individual o de equipo. Incluso los más humildes pueden celebrar un ascenso o una victoria puntual, como ejemplifica el Alcoyano, no sólo por su conocida moral; al fin y al cabo, en la temporada pasada fue capaz de eliminar el Real Madrid en la competición de Copa.

Nada como obtener una medalla en una competición olímpica, aunque muchas veces los  medios tienden a ir a lo fácil: en especial, las grandes estrellas futbolísticas. Un competidor olímpico sólo sale en la prensa si obtiene alguna medalla, lo cual traslada un mensaje inadecuado a la sociedad. Para empezar, sólo acudir al evento tiene un mérito enorme. Para continuar, el gran esfuerzo que realiza una persona se valora a nivel comparativo, no a nivel individual. ¿Quién tiene más mérito? ¿Un corredor que ha sido plata dejándose llevar debido a sus condiciones innatas o un corredor que ha realizado un esfuerzo salvaje para poder alcanzar el mínimo olímpico?

Para comprender otros aspectos comparativos nos vamos a la “paradoja del bronce”, acuñada por Manuel Conthe. En términos objetivos, es mejor ser plata que bronce. Sin embargo, obtener el tercer puesto nos hace más ilusión ya que nos comparamos con los que están más abajo. Quien ha sido segundo mira hacia arriba, y se queda con la pena de no haber alcanzado la medalla de oro.

En consecuencia, podemos decir que acudir a una Olimpiada es de Gigantes (excepción: algunos miembros del comité). No se debe despreciar los favoritos que no lograron la gloria prevista.

No obstante, entre todos los gigantes merece la pena destacar a la selección española de baloncesto. Cuando los deportes de equipo hacían ridículo tras ridículo (no por el hecho de perder; por el hecho de no alcanzar su potencial debido a diferentes causas) unos jóvenes liderados primero por Juan Carlos Navarro y Raül López, después por Pau Gasol y Navarro, más tarde por Ricky Rubio y Marc Gasol, lograron triunfos que se consideraban impensables. En este sentido, ese es el gran legado de esta selección: inspirar a los deportes de equipo como el fútbol, balonmano o waterpolo en sus categorías masculina y femenina a adquirir su máximo nivel.

El deporte es duro. Muchos jóvenes (y sus padres) no comprenden que un contrato en un club de fútbol no presupone nada. Lo que se debe ver como educación, se ve como competición. Michel, exjugador del Real Madrid, decía que competía consigo mismo, con un compañero de  equipo por un puesto y con el jugador rival.

La principal competición es contra uno mismo. Aspiramos al desarrollo personal perpetuo, y ese es el mayor aprendizaje que proporciona el deporte. Por eso estas líneas son un homenaje a todos los que buscan mejorar cada día, a todos los que han acudido a una olimpiada como fruto de su esfuerzo y a la selección española de baloncesto  por su ejemplo, esfuerzo, humildad, victorias, derrotas y recuerdos.