Opinión

David Gistau y el periodismo

Es inevitable: cuando fallece una persona muy destacada en su ámbito profesional el recuerdo y sus hechos deben ser valorados y evaluados en su justa medida. Al drama de fallecer a los 49 años debido a las secuelas de un estúpido accidente (en realidad, todos los accidentes y caídas son tontas) se le añade la sensación de perder una imaginación y una manera de valorar el mundo peculiar, ya que el periodista David Gistau tenía la capacidad de mezclar áreas de conocimiento muy diferentes en sus columnas. Eso es una maravilla: lograr salirse del corsé ideológico para interpretar la realidad desde fuera de uno mismo, como si fuese otra persona la que realiza el artículo para lograr en cada lector una reflexión, un aprendizaje y en muchas ocasiones una sonrisa es el mayor éxito que puede lograr un columnista. Sin duda, ese será el principal legado de Gistau.

A partir del mismo, nos planteamos dos interrogantes. Uno, ¿dónde quedan los intelectuales de hoy? ¿Qué personas nos quedan con una amplia cultura, amplificada de una interacción con múltiples fuentes intelectuales o sociales y  una visión del mundo clara y rigurosa? ¿Podemos definir algún referente intelectual en nuestro país, incluso en Europa? Cuesta mucho hacerlo. Parece que no vienen, sólo se van. Como el tiempo. En este sentido, merece la pena recordar otro gran pensador fallecido recientemente: George Steiner.

Segunda reflexión: ¿dónde queda el periodismo de hoy? En un mundo gobernado por fake news, ¿nos podemos fiar del mismo? La respuesta es claramente afirmativa. Los medios tradicionales se esmeran en comprobar la veracidad de las noticias para evitar problemas de reputación. Existen analistas que nos explican el porqué de las cosas. Y sobre todo, las personas somos curiosas por naturaleza. ¿Por qué no ser optimistas?