Opinión

Una conclusión inesperada

Vaya con el tema de la amnistía: opiniones por aquí, opiniones por allí. Lo más triste: conociendo la ideología de una persona podemos deducir la conclusión que tiene sobre el manido asunto. Para unos, se trata de hacer de la necesidad virtud. Si además mejora la convivencia en Cataluña, tanto mejor. Para otros, no a la amnistía. Repetición de elecciones ya. Blanco o negro, negro o blanco. No hay más debate. Así obviamos las visiones intermedias. Vamos a refinarlas hasta llegar a una conclusión inesperada y preocupante.

No es la amnistía, es la impunidad. Esto genera gran desconfianza en la sociedad ya que uno de los valores más arraigados en el ser humano es el sentido de la justicia. Nos cuesta mucho soportar la desigualdad de trato.  Preocupa que partidos antagónicos puedan llegar a acuerdos siempre y cuando se cumpla una condición; o más poder o más dinero. Del bien común mejor no hablar. En fin, vamos a las visiones.

Uno. Si mi situación personal depende de mi opinión, ésta pierda su validez. El caso más claro, todos los que han votado en la investidura a favor de Sánchez. No tiene sentido que hagan lo contrario: una repetición de elecciones (si es que su partido les deja presentarse, lo cual es muy dudoso) les llevaría a la oposición. Más: todos los que tengan algún cargo político van a posicionarse de una forma concreta sobre la amnistía, no sea que terminen en la calle. También existen tertulianos o medios de comunicación que están, directa o indirectamente, financiados por el gobierno. ¿Qué van a decir?

Dos. Cuando el PSOE realizó la encuesta de conformidad a los afiliados más del 80% de los mismos votaron a favor. La pregunta tenía trampa: la cuestión era si estaban a favor de la negociación, no si estaban de acuerdo con la amnistía. ¿Cómo no van a estar de acuerdo? Se entiende ahora la razón por la que el CIS (centro de investigaciones sociológicas) se conoce ahora, de forma jocosa y preocupante, como “centro de investigaciones socialistas”. Están muy bien entrenados. Por cierto, ¿quién tiene más incentivos para responder a la encuesta? Respuesta: los que tienen un puesto.

Tres. El debate social sigue sin centrarse en los temas principales: ¿cómo se más competitivos? ¿Se está despilfarrando mucho dinero? ¿Podemos mejorar el sistema fiscal? ¿Y la sostenibilidad medio ambiental? ¿Y el uso de los teléfonos móviles en los colegios? La inquietud de la sociedad civil ha llevado a los políticos a tomar medidas ahora. Hasta entonces nada de nada.

Cuatro. Es grave que partidos como Bildu no condenen la violencia. Más grave es que dirigentes como Arnaldo Otegi o Adolfo Araiz, del ala batasuna más dura, sigan manteniendo una influencia de tanto peso. Lo de Puigdemont, mejor no comentarlo. Supongamos que el gobierno central dependiese de personas como Luis Bárcenas…¿qué pensaríamos? 

Cinco. Relacionado con el caso anterior: sí, robar está muy mal. Peor está promover la violencia, la coacción o manejar dinero público para lograr objetivos que permitan, de una forma u otra, ingresos e influencia futura. ¿Acaso no iba mejor Cataluña cuando los Pujol y Convergencia se llevaban el 3%? Por cierto, cuando comenzaron a investigarse las comisiones y la red clientelar que existía…se volvieron independentistas. 

Seis. Se suele comentar que los políticos representan la sociedad. No es cierto. Existe un proceso de selección inversa que lleva a los menos preparados y más tramposos a las más altas estructuras de poder. Desde luego que en este saco no se pueden incluir a personas que llevan la alcaldía de sus pueblos o trabajan por la comunidad de forma honesta y humilde. 

Todo nos lleva al tema final. Estamos perdiendo la confianza en los políticos de alto rango. En consecuencia, habrá empresarios y  particulares que intentarán pagar menos impuestos. No, no van a defraudar a Hacienda. Por un lado, cuando puedan usarán resquicios alegales. Por otro, cuando vean que tienen opción de contratar a más personal, ampliar su empresa, esforzarse o trabajar más horas no lo harán. ¿Para qué? ¿Para que el Gobierno reparta la riqueza generada de una forma desproporcionada a los amigos y a publicitarse? No es magia, son nuestros impuestos. 

Existen estadísticas para todo. Esto nos lleva….a la felicidad. El país más feliz del mundo por tercer año consecutivo es Finlandia. ¿Cómo se explica? Valores, confianza y buen uso de sus recursos. ¿Los más infelices? Líbano y Afganistán. ¿Cómo se explica? Guerras y pobreza. En caso de igualdad el desempate lo decide, de nuevo, la confianza. Una economía no puede funcionar si no nos fiamos de los demás….y funciona muy mal si no nos fiamos de quien gobierna.

Unos dicen que los políticos son delincuentes, otros que son incompetentes. Habrá de todo. Lo que está claro: muchos de ellos son replicantes. Un simple eco del whatsapp que reciben cada mañana.