Brexit

Pues sí, ya ha pasado el Brexit. 31 de enero, se arriaron las banderas. Adiós, amigos británicos. Os quedáis en vuestro continente, nosotros nos quedamos en una isla llamada Europa. ¿Qué va a pasar ahora?

De momento, nada. Un año con dimes y diretes, vueltas por un lado y por otro, hasta llegar a acuerdos de última hora “beneficiosos para todos” en los que “ambas partes cederán”. ¿Seguro? Vamos a valorarlo.

Para empezar, la mayor incertidumbre se queda en Gran Bretaña. La posible reunificación de Irlanda por un lado, la petición de referéndum de Escocia por otro. Para continuar, parece que los mayores problemas son dos: el reparto de las cuotas pesqueras y el denominado “level playing field”, terreno de juego justo. ¿Tendrán los ingleses tentaciones de crear un paraíso fiscal? ¿Será la competencia entre regiones equilibrada y justa? ¿Existe riesgo de que vaya a ocurrir una guerra comercial al estilo de la conocida entre Estados Unidos  y China? 

Respecto de este asunto, recordar  dos cuestiones ocultas asociadas al proteccionismo. Sí, claro que defiende la industria autóctona. Pero si a una persona le sale un coche mil euros más caro, deja de comprar otras cosas. Otras empresas pierden. Además, el proteccionismo afecta a las cadenas de suministro: las compras realizadas a otros países son más caras y el consumidor final vuelve a perder.

Para seguir, una reflexión. En una encuesta realizada en Gran Bretaña para evaluar el grado de conocimiento del Brexit entre 0 (nada) y 10 (todo) se debe resaltar que la gran cantidad de ceros sorprendió a los investigadores.

Para terminar, es posible que tampoco los ingleses se apuren tanto. Al fin y al cabo, tardaron 250 años en adaptarse al calendario gregoriano, ya que “Londres prefiere estar en desacuerdo con el sol antes que de acuerdo con el Papa”.