Opinión

El Queiles ya no es un río

Durante la últimas semanas se ha hablado de problemas en el río Queiles y sobre el aprovechamiento de sus aguas.
Un problema larvado, sobre todo, desde la construcción del embalse del Val. La falta de una visión general de este problema ha provocado que los diferentes actores y gestores (la Confederación Hidrográfica, comunidades autónomas, mancomunidades, comarcas, ayuntamientos y sindicatos de riego) hayan acabado enfrentándose por el control de este recurso.

Estos problemas han dado lugar a denuncias (vagamente fundamentadas) por contaminación, contínuas solicitudes de construcción y mejora en depuradoras construidas recientemente. La reivindicación de derechos tradicionales locales, la introducción de máquinas excavadoras en los cauces, la pérdida de las riberas y los sotos o el secado del cauce, agua que, paradojicamente, se utiliza para nuevos sistemas de explotación “industrializados” y de cultivos alóctonos que, para nada, son sostenibles.

Las debilidades de la actual situación son muchas y las responsabilidades evidentes. Los sistemas productivos de la agricultura actual han disparado el consumo de agua hasta un 80% en el Queiles, aunque su repercusión, el del sector primario, en el P.I.B. de la zona no supere el 4%, lo cual no justifica el abuso de un recurso tan importante. Si a esto añadimos la influencia negativa del cambio climático (detalle importante que se mantiene en la sombra) que ha reducido el caudal del río más de un 30% en los ultimos decenios, el panorama que se retrata a medio plazo es endiablado.

Por lo tanto, se hace necesaria una visión holística del problema y un cambio del paradigma  productivo en el que todos los actores sumen sin perder de vista que el Queiles debe volver a ser un río; todo dentro de la Directiva Marco del Agua (2000/60/CE), régimen jurídico que nos asiste y obliga. ¡Hay que empezar a cumplir las leyes!

Nota: Holístico, que considera algo como un todo.