Hace calor. Los altos edificios de Juan Antonio Fernández todavía nos regalan sus sombras para permitirnos un poco de tregua. Luego el sol ya no tendrá compasión. Vamos caminando tranquilos, pero mirando de izquierda a derecha. En algunos momentos, hasta nos sentimos observados. De repente una cuadrilla de jóvenes nos acecha por las espaldas: "¡una foto!". Desenfundamos nuestra cámara, la cogemos firme, no titubeamos y apretamos el gatillo. Es el primer disparo de los más de 300 que lanzaremos a lo largo de la mañana. Con una larga sonrisa y entre unas botellas con líquido naranja (a saber qué demonios llevará eso) se despiden, no sin antes preguntar: "¿y dónde podremos ver las fotos?". En esta ocasión optamos por responder: "en plazanueva.com o en nuestro facebook 'Revista Plaza Nueva'". En otras ocasiones, cuando el bullicio ahogue nuestras voces, simplemente nos daremos la espalda para mostrar todos los enlaces a nuestros soportes.
Este año me toca pasar por el Queiles y por lo viejo. Pasamos el arco de la Casa del Reloj donde la Orden del Volatín reparte sus tradicionales pañuelicos y entramos a campo abierto en el paseo del Queiles. A simple vistazo se antoja una dura batalla. Encontramos cuadrillas a ambos flancos del paseo y la bebida, el kétchup y la harina revolotea por el ambiente. Tendremos que actuar con mucha precaución para no ser heridos. Comienzan los primeros ataques. Echas un vistazo al cielo, localizas el sol y empiezas a colocar a las diferentes cuadrillas para inmortalizar su inicio de fiestas. Otros no serán tan dóciles y tendrás que rezar para que los que salen a la sombra se puedan reconocer más tarde en el ordenador. Hay alegría, hay felicidad, hay amor, hay un bonito ambiente de pasárselo bien y la gente irradia emoción. Entre cuadrilla y cuadrilla comienzas a encontrarte con los primeros amigos. Te invitan a tomar algo, pero con una sonrisa de agradecimiento les explicas que estás trabajando. Pruebas de extranjis una chistorra.
Después de un importante barrido a todo el paseo, continuamos la ruta por Herrerías. La media de edad asciende, no así las ganas. Vuelves a reencontrarte con esos amigos que ves de fiesta en fiesta, de año en año. Comienzas a ver autoridades en un tono más festivo. Impolutos con sus camisas. Miras el reloj y se acerca la hora acordada: 11:30 en el Reloj. Este año no habrá que "colarse" en uno de los balcones de la residencia ni pelear por un hueco en el quiosco. Este año toca arriba. Tras presentar la credencial de turno, nos encontramos con todo el despliegue informativo. Te reencuentras con compañeros de Pamplona, hablas con los de la Ribera, negocias la capitalidad de Tudela y Corella y disfrutas de un momento especial. Los nervios flotan por el ambiente. Sales por primera vez al balcón y algo por dentro comienza a agitarte todo el cuerpo. Los primeros escuadrones informativos ya han cogido su sitio. Entre volver a dentro y la lucha descarnizada en el balcón, elegimos el balcón. Hoy hemos venido a por todas.
Abajo, otros compañeros fotógrafos luchan por mantenerse sobre una escalera o sobre una valla para sacar las mejores fotos. La plaza comienza a llenarse poco a poco de ese blanco y rojo tan característico nuestro. Llegan los cánticos de siempre, los últimos minutos, la tensión de las 11:59 horas y los tamborileros hacen acto de presencia. Como podemos, disparamos sin consuelo, luego ya veremos qué sale de ahí. Todo está preparado. Son las 12h. Últimos gritos allá abajo. Aparece la persona que va a lanzar el cohete. El público calla. Un nudo en la garganta. Un llamamiento a la solidaridad. Unos vivas a Santa Ana y a Tudela. La mecha del cohete que comienza a prender...
La fiesta se desata.
Después de las felicitaciones, bajamos rápidamente a la plaza, a las calles... y nos dejamos engullir por el sonido de las peñas y por la alegría de la gente. Dos horas y media más tarde, extasiados, llegamos a la oficina para descargar las fotografía y comenzar a compartirlas a través de nuestras redes.
Este año ha tocado recordarlo, pero todas esas sensaciones volverán, aunque sean de otra manera.
