Opinión

Una amenaza en el envase

Nadie nos informa, a casi nadie le preocupa y hay que estar muy atentos en la prensa diaria para ver si de vez en cuando se sacan noticias de una amenaza real que nos afecta a todos y que a continuación detallo.

A principios de este año nos enteramos que China ya no compra basura extranjera (principalmente plásticos) y también que al no tener infraestructuras los vertederos en España  están colapsados.

Como todo el mundo sabe, la materia prima del plástico es el petróleo y también sabemos que no es degradable, que tarda una media de unos 500 años en descomponerse, que con la descomposición no termina su vida biológica porque se fragmenta en pequeñas partículas que de una forma u otra y en mayor o menor tamaño, acaban en los estómagos de los seres vivos y a su vez en nuestra cadena alimentaria (Uno de cada 6 peces que compramos contienen fragmentos de plástico en sus estómagos).

Básicamente, es todo lo contrario a la materia orgánica, compuesta principalmente por residuos de animales o vegetales que al enterrarlos se produce un proceso de biodegradación y terminan siendo sustancias que se encuentran en el suelo y que contribuyen a su fertilidad.

El plástico nunca se biodegrada, la única manera real y efectiva de deshacerlo es la fotodegradación que consiste principalmente en que le dé los rayos ultravioleta del sol para que estos incidan en el plástico, rompiendo su cadena molecular.

Si analicemos la situación de nuestra rutina diaria nos damos cuenta que cada vez compramos más líquidos de todo tipo que contienen su correspondiente botella de plástico que nos la dan en una bolsa de plástico y que terminan en otra bolsa de basura también de plástico. Si compramos fruta, verdura, bollería, juguetes, medicinas, una fregona, pescado o carne, también nos la dan con envases de plástico. 

Es tanta la cantidad de plástico que consumimos que no somos conscientes de su problemática, no hay más que echar un vistazo al campo, a las orillas de nuestros ríos, a la playa, no somos capaces de dar abasto en su reciclaje y ya se visualizan islas en mitad de los océanos.

A todo esto hay que añadir que para fabricar todo tipo de plásticos policarbonatos, latas de alimentos o bebidas, recibos de compras e incluso, biberones se utiliza un producto químico llamado: Bisfenol-A que tiene la capacidad de alterar el sistema endocrino, que según la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de Francia (Anses) ha asegurado que puede ser altamente dañino para las generaciones venideras, especialmente en lo que respecta al cáncer de pecho. De hecho, Francia ha prohibido el Bisfenol-A en todos los productos en contacto con los alimentos y en los juguetes.

Es tanta la preocupación sobre este consumo masivo que hasta la Comisión Europea ha puesto en marcha una estrategia global para terminar con el círculo vicioso de los plásticos:

100% de envases reciclables de aquí a 2030.

Reducción del consumo de envases de plástico de un solo uso.

Fomento de la innovación.

Creación de una comisión de seguimiento.

Cualquier solución que podemos plantear a corto y medio plazo lleva consigo la reducción drástica del consumo y el reciclaje (solo el 61% de las personas separamos residuos para reciclar y sólo el 15% evitamos comprar artículos excesivamente envasados).

Nuestros políticos tampoco pueden ni deben estar al margen, son ellos los que tienen que plantear medidas y leyes que agraven el consumo del plástico, obligar, mediante el etiquetado, que aditivos contienen, prohibir el Bisfenol-A e incluso favorecer la investigación y el desarrollo de medidas anti-plásticos.

Existen alternativas como la utilización de plásticos hechos de maíz, plásticos hidro-biodegradables fabricados con vegetales, volver al vidrio como hacíamos antes, máquinas expendedoras de todo tipo de fluidos a granel, tiendas especializadas sin plásticos e incluso también supermercados.