Opinión

Comunales de Corella. El error de Abatores

El 12 de septiembre de 1997 el Gobierno de Navarra presidido por Miguel Sanz, con Ignacio Martínez Alfaro como Consejero de Agricultura, aprobó el Decreto Foral 217/1997. Con este decreto se ponía en marcha la concentración parcelaria en el término Abatores.

La concentración de Abatores incluía terrenos de los municipios de Corella, Cintruénigo y Fitero. Si se hubiese ejecutado correctamente, hubiera supuesto un cambio radical en la forma de entender la agricultura de los tres municipios, sobre todo, por la indudable fuente de riqueza que supone disponer de agua en la agricultura, y por ende, el valor económico de las tierras concentradas, y con agua para regar, se hubiera multiplicado. Pero las desavenencias sobre la propiedad de las tierras provenientes del reparto en 1902 de los Montes de Cierzo y Argenzón, truncaron la posibilidad de una transformación radical de la agricultura en la zona. Fracasó por falta de voluntad de algunos agricultores, y lo más importante, por una clara falta de dirección y valentía política.

La historia del último desacuerdo sobre la propiedad de Montes de Cierzo y Argenzón no es tan antigua para que no la recuerden en primera persona muchos políticos, y sobre todo, muchos de los propietarios de los derechos de los Abatores. Mucha perplejidad ocasionó, entre los técnicos que estaban desarrollando el proyecto, la posición que mostraban algunos vecinos sobre la propiedad de las parcelas que estaban analizando. Muchos de estos vecinos acudían a las reuniones concertadas, con documentos que no certificaban la propiedad de las parcelas, pero que ellos aseguraban poseer. Añadido a esto, un funcionario del Ayuntamiento de Corella insistía que, a pesar de la oposición de ciertos sectores interesados, al menos las tierras afectadas por el proyecto del término de Corella eran comunales.

Ante esta incertidumbre, el Gobierno de Navarra encargó a la entonces Jefa del Negociado de Régimen Jurídico de Estructuras Agrarias, que dependía del Departamento de Agricultura, Ganadería y Alimentación del propio Gobierno, un informe jurídico sobre si las tierras afectadas tenían o no carácter de bien comunal. El informe que es conocido por “Informe Yabar”, se publicó en diciembre de 1999.  Fue concluyente en el sentido de considerar a todo el término de Abatores como comunal. 

El Gobierno de Navarra, con esta patata caliente encima de la mesa, encargó otro informe jurídico externo. Esta vez, a través de la universidad de Zaragoza, a uno de los mayores expertos en comunales de España: el profesor Eloy Colom. En el informe del profesor Colom, fechado en Diciembre de 2000, también es contundente.  Concluye que, más allá de que algunas parcelas concretas no lo sean, los bienes afectados en la concentración parcelaria de Abatores son bienes comunales. 

Visto los informes, el Gobierno creyó que lo conveniente en este caso, era realizar un estudio más concienzudo sobre la naturaleza jurídica de la parte de los Montes de Cierzo y Argenzón perteneciente a Corella, Cintruénigo y Fitero. Estudio que se encarga también a la Universidad de Zaragoza, y que dirigió Eloy Colom con un grupo de colaboradoras.

El estudio está compuesto de 50 volúmenes, y recoge en sus casi 32.000 páginas, 782 documentos provenientes de los archivos municipales de Corella, Tudela, Cintruénigo, Fitero y también del Archivo General de Navarra. El primero de estos volúmenes, recogen las conclusiones del estudio. La conclusión es contundente:  las parcelas provenientes del reparto de Montes de Cierzo y Argenzón, excluyendo algún caso en el que se tramitó la desafección correctamente, son comunales. 

Frente a estos informes y estudios, la gran mayoría de los propietarios de derechos como es lógico, anteponen otros informes o estudios que buscan argumentos jurídicos para decir lo contrario. Estos son informes que han sido encargados por la parte interesada, con toda lógica, que para eso lo han pagado, dicen que no son bienes comunales, sino propiedades particulares. 

Estos trabajos escritos que hablan de propiedad particular, tienen su origen en un informe encargado en el año 1946 al abogado corellano José María Arellano Igea sobre los comunales de Corella. El encargo del “Dictamen” se hizo por los Alcaldes de Cintruénigo y Fitero, y se difundió en la época a través de un panfleto del que se editaron 2.000 ejemplares. Por estos ejemplares pagó el Ayuntamiento de Cintruénigo 3.197 pts. a la “Imprenta Gonzalez” de Madrid.

Pero ha habido más, el más reciente un informe encargado esta vez por la Sociedad de Regantes de Cintruénigo a las profesoras Mercedes Galán y M.ª Amparo Salvador, que plantea otra línea argumental, pero que llega a la misma conclusión, la no existencia de bienes comunales en esta zona.

Si cualquiera de las teorías que niegan el carácter comunal de Montes de Cierzo y Argenzón hubieran tenido peso legal, o cabida jurídica, quien gobernaba con mayoría absoluta Navarra y que aprobó el Decreto Foral de concentración parcelaria lo hubiera realizado sin problemas, pero no lo hizo. El Gobierno de Navarra siempre ha defendido el carácter comunal de estas tierras y lo sigue manteniendo.  El Gobierno de Navarra, o la Diputación antes de la democracia, podía haber cambiado la naturaleza jurídica de los Montes de Cierzo y Argenzón, pero nunca lo ha hecho. 

En nuestro caso, el Ayuntamiento de Corella, en otro momento crucial en el que vivimos con la llegada del canal, queremos al menos afrontar el problema. Por eso damos un paso que estamos seguros, (porque no hay otro camino) que luego otros Ayuntamientos darán. El Ayuntamiento de Corella, no puede hacer otra cosa que reconocer los derechos sobre el uso de estas tierras, pero no podemos renunciar a nuestra obligación de defender el patrimonio común.

Con aquel decreto Foral 217/1997 el Gobierno de Navarra puso las bases para realizar una pequeña revolución que hubiera cambiado en parte la agricultura de los tres municipios, pero la falta de voluntad de los Ayuntamientos implicados malogró un gran proyecto para la agricultura. Ahora, de nuevo, tenemos oportunidad de arreglarlo gracias al Canal de Navarra o a inversiones en energías renovables. No miremos hacia otro lado. No volvamos a cometer el error de Abatores.