Opinión

“La inteligencia me persigue pero yo voy más rápido” (Anónimo)

A finales de los años cuarenta del siglo pasado, un vecino de Cabanillas construyó una pequeña caseta a los pies de su huerto que le proporcionaba protección y almacén para guardar los útiles agrícolas. Consciente de que no los conocería en estado adulto, plantó a ambos lados dos pinos (pinus pinea) ya iniciados los años cincuenta. Setenta años más tarde, sólo uno de aquellos pinos sobrevivió y, caseta y pino, se ofrecieron compañía y ayuda mutua. El pino le daba sombra y frescor en la canícula y la caseta daba apoyo y solidez al árbol y su cepellón.

Árbol y caseta formaron un conjunto familiar para los habitantes, era objeto de fotos de visitantes y vecinos, estaba presente en numerosas publicaciones, en las páginas WEB,  está presente  esta imagen en el mismo salón de plenos  del ayuntamiento, un cuadro donado por el pintor Raúl Gil al pueblo que pasa a ser patrimonio de todos.

La caseta fue liberada de su función de almacén con la finalidad de que fuera consolidada y restaurada, tarea simple y necesaria viendo el estado de deterioro que sufría. Alguien decidió el pasado viernes día 5 de noviembre que la mejor decisión era derribarla, dejando en orfandad al árbol y privándonos de aquella imagen ya icónica y familiar que tantas veces contemplamos.

El poder sublime del ser humano se manifiesta en el acto de crear, consolidar, conservar el legado del pasado, percibir la belleza de las imágenes; la destrucción injustificada es un acto mezquino. 

La caseta que un vecino de Cabanillas construyó a los pies de su huerto que le proporcionaba protección y almacén para guardar los útiles agrícolas

En memoria de aquella imagen del pasado próximo que ya no contemplaremos, os dejo esta bella estampa invernal, casi un preludio de la navidad.