Opinión

El silencio… ¿delito? ¿pecado?

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Ahora que se antoja ocasión de recogida de firmas debido a la circunstancia electoral, sería tiempo de buscar guitarrero eventual para, intercalando petición de DNI, firma y fotocopia, entonar con cierto decoro aquello que rezaba… “Que no calle el cantor, porque el silencio apaña la maldad que oprime…”. Y, las firmas, ¿Para qué? Las firmas, para alimentar presión al objeto de añadir un nuevo delito a los flamantes códigos de lo penal. Delito que se definiría como “Actitud de cobarde silencio ante la pérdida de vidas humanas antes, durante y después de la tentativa de alcanzar, mediante travesía marítima, un mundo mejor, una vida digna ó análogas circunstancias”. “Asimismo se considerará delito de igual naturaleza mirar para el lado opuesto ó lateral respecto del lugar en el que se produjeran los hechos”. “Delito” es la versión civil, “pecado” obedece a otra versión, admisible en este caso.

Pero no. Los hombres y mujeres nos afanamos en agotar nuestra energía en otros menesteres que copan nuestra existencia, aunque no se si llenan nuestras expectativas de vida. Mientras tanto, mientras transcurre este silencio, hombres y mujeres, en la variedad de niños, adultos y ancianos, incluso hembras en cinta, pisan el suelo húmedo de cualquier barcaza que el mar convertirá en morada postrera.

Instituciones, gobiernos y autoridades, incapaces y no habituados a reaccionar con hechos, medidas y decisiones y a los que se les supone ciertamente atareados en procurarnos una vida mejor, son autores, cómplices y partícipes de este delito. Sólo quedaría cifrar el grado de su participación, de su comisión por omisión.

De acuerdo, globalicemos internet, claro. Pero en el paquete que dice “Globalización” debemos incluir la omisión de socorro y convertir en operativos los derechos humanos que hemos sido capaces de firmar, aunque no de cumplir.

Enrique Rodés Martínez

Tudelano