Opinión

To be or not to be

Ser, o no ser, es la cuestión que ahora el PSN tiene sobre la mesa. Y parece ser que apuesta por dejar de ser algo en esta tierra nuestra de la dichosa pluralidad y la incomprensible foralidad allende nuestras mugas.

Los días que llevo en Nueva York de descanso vacacional, y la distancia, me ayudan a entender esa realidad tan vaciamente local, tan navarra, y tan nuestra que, siendo tan pocos, nos hace resultar tan importantes en la clave de la comprensión de “esa España mía, esa España nuestra”, que desde el 78 camina sin saber a dónde va. Desde la gran manzana, el devenir de las noticias que llegan de Navarra produce desaliento al ver de qué forma se está suicidando el único partido de oposición que podría aspirar a sustituir a UPN en el gobierno. Y si la decisión de dimisión de Fernando Puras da a su figura política una talla que para sí quisieran otros, la pelota de esta pugna, sigue estando en el tejado del PSN. No vale una vez más lavarse la cara, ni eufemismos como el de ”acatar pero no compartir”.

El partido socialista sigue en Navarra sin saber qué es ni a dónde va, porque refrendando las decisiones que se toman desde Ferraz, acallará a ese PP de la “una grande y libre" que se entiende desde fuera, pero no responderá a la compleja realidad social y cultural de esta Navarra nuestra del verde y el estío, que necesita de una alternativa, por puro respirar. ¿Dónde está la izquierda moderada, y su electorado?

Habría que recordarle al PSN que la suya es una agrupación que forma parte de una federación, por lo que debería interpretar en otras claves la prohibición de ese Pepiño Blanco que ¡a ver cuándo acallan!, por el bien del PSOE... Los intereses de éste en las próximas generales, no debería condicionar ni las aspiraciones ni la legítima necesidad de esta formación de dar respuesta a la demanda social que emana de una parte de la sociedad navarra cansada de más de lo mismo, y que votó a sabiendas. Nadie es inocente aquí.

Por su parte, NA-BAI deberá saber esperar, y si es capaz de madurar lo suficiente, su complejo proyecto político tendrá su momento, porque atiende a un público que lo ve cada vez más claro, pero es pronto –y lo saben- y no genera confianza semejante menestra, al menos, de momento. Entretanto, CDN e IU deberán saber entender qué espera realmente de ellos la sociedad. Si no espabilan, una vez más la globalización polarizada entre los malos y los peores, los eliminarán del mapa político, entristeciendo nuestro, más que arco, cruz parlamentaria. ¡Viva la democracia! Entretanto, UPN, que formará gobierno a todas luces, no debe dejar pasar la ocasión para refrescarse y regenerarse. Base social no le falta, porque de lo contrario los apaños y el alcanfor tirarán al traste el trabajo de décadas, y la forma de ver las cosas de casi la mitad de la población navarra. Miguel Sanz merece gobernar con estabilidad y sin la espada de damocles de una interesada moción de censura a posteriori, allá por marzo, con Madrid más relajado, pero debe saber cuan ave Fénix resurgir de las cenizas de una Navarra cambiante que necesita apuestas firmes, modernas y conciliadoras, alejadas del pragmatismo y la ceguera que a veces dan tantos años acumulados de acción de gobierno.