Opinión

¿Qué le pasa a la Izquierda?

La caída del muro de Berlín en 1989 y el 11 S de 2001, supusieron tanto para la izquierda como para la derecha europeas, una llamada a la reflexión y a la adecuación a los nuevos tiempos. La defensa de los sistemas democráticos, la crisis de valores y la lucha contra el islamismo les condujo a una reflexión obligada.

Todo lo anterior apenas ha tenido incidencia en la izquierda española, cuando en Europa se debatía cómo combatir el terrorismo islámico, antiliberal, antidemocrático y antiprogresista. El partido de Zapatero, apoyándose en el republicanismo cívico de Philip Pettit, utiliza argumentos que en parte recuerdan a los de los años treinta del siglo XX, sobre la guerra, el capitalismo, el colonialismo y la democracia. Pero son presentados de manera novedosa como una tercera vía a la española. En clave internacional el discurso es antiamericano, antisraeli y antioccidental, pro-Hamas y pro-Chávez. En clave interna, este discurso antinacional y antiliberal, les llevó a negociar con ETA. Todo ello en un marco hasta hace poco de gran prosperidad económica.

Al contrario que la derecha española, el PSOE no ha efectuado apenas transición alguna: no ha hecho autocrítica de su actuación en la guerra civil, sino que, sin repudiarla, combate al otro bando con la falsedad de la defensa de una República idílica, en la que ellos no creían entonces. La Constitución del ‘78 la entienden como un instrumento hoy trasnochado, que les supone un freno para su ampliación de derechos en el sentido del republicanismo cívico.

Hoy por desgracia, han proliferando líderes populistas en muchos países, que intentan cambiar una realidad que no les gusta, por un mundo ideal desde su ideología. Ideología, que no importa que llegue a aplastar la libertad individual. Si formamos parte de los débiles y los desheredados, todo se explica y justifica. Cualquier situación horrible desde matanzas, a corrupción, drogas, enfermedades, pobreza, alcoholismo, guerra, etc. Siempre se debe a factores externos, como si se tratase de una plaga o de mal tiempo, negando toda responsabilidad personal en los desastres y fomentando así el relativismo moral.

El socialismo se ha convertido en progresismo, ahora los nuevos rojos no abogan por el carácter público de los bienes de producción, ni por la distribución de bienes, ni por una sociedad sin clases. El progresismo lo reducen en el ampliar las libertades y los derechos de los ciudadanos. La justificación teórica se apoya en los radicalismos de la segunda mitad del siglo XX, como el de la juventud del ‘68, que en su momento criticaron, y que hoy reclaman. Apoyan la capacidad de afirmar y hacer lo que a cada uno, en cada momento le venga mejor, sin ninguna referencia a la verdad de las cosas, que parece que no existe o que es mudable. No se hace ninguna valoración del bien o del mal, que depende en cada momento de las circunstancias.

Son verdaderos artistas de la comunicación y manipulación de la opinión. Primero nos dicen que no van contra el matrimonio, sino de lo que se trataba, era de ampliar derechos a los pobres homosexuales y lesbianas, ¿cómo nos podemos oponer a una ampliación de derechos? Ell@s no hacen ningún mal y no se meten con nadie. Luego, cuando ya es legal, para no discriminar, se plantean modificar el Código Civil, y ya no se habla de matrimonio de hombre y mujer, sino de Cónyuge A, y Cónyuge B. Para extender su moral y cambiar la nuestra, en los centros que controlan, la ideología de genero la aplican a rajatabla, engañan a bastantes curas permitiéndoles de momento que redacten sus libros de Educación para la Ciudadanía (EpC) con un contenido ad hoc. Pero con la presión de lobby gay, están ya en muchos sitios en la fase de tildarnos de homófobos a la primera de cambio, y de tener todos que tragar con la continua apología de la homosexualidad.

Lo mismo ocurrió con el aborto, primero plantearon unos casos límite, para conseguir en ciertos supuestos la despenalización. Luego años más tarde, quieren imponer una ley de plazos, con la infamia de presentar como derecho de la madre (ampliación de derechos), el matar a una criatura bien formada y con viabilidad real de vida. Y a esto no le llaman por su nombre, sino interrupción voluntaria del embarazo.

Para alcanzar la mayoría cultural, utilizan la EpC, para impulsar ideas favorables a sus proyectos. Cuentan con que la mayoría de la población sigue confiando en el papel benefactor del Estado, como proveedor de los instrumentos que les faltan a los débiles, para atenuar las desigualdades, frente a ricos y poderosos.