Opinión

Olé el Monteagudo, y su aportación al deporte

Nunca me ha gustado el deporte. Sólo lo practiqué cuando era obligatorio, es decir, en el colegio y en la mili. Incluso de pequeño tuve algún problema social, porque era difícil tener amigos si no te gustaba el fútbol.

Crecí, y he querido reparar mi error en mi hijo. Lo animé a que hiciera deporte, consciente de que era saludable para el cuerpo, y muy importante para las relaciones sociales. Lo acompaño a menudo con la bicicleta, y conseguí que gracias al deporte escolar, se apuntara en su propio colegio a futbito. Era un buen lugar: en su colegio, con sus compañeros de clase.

Quizás por una cuestión genética, el chaval no era de los mejores del equipo, pero en todo momento, sus compañeros, los padres y el entrenador lo han querido, respetado y animado a seguir. Tengo que agradecer eso. Yo mismo le he empujado algunos días en momentos flojos, y le he hecho ver todas las ventajas de la práctica del deporte. Parecía que estaba consiguiendo que no se repitiera en mi hijo la historia de su padre.

Pero de pronto, entra en juego un club deportivo, perdón, un club de fútbol: el Monteagudo. Y empieza a llamar a chavales de los que todavía tienen edad de seguir haciendo deporte en el colegio. Y resulta que los clubes de Tudela, al ver que se les pueden adelantar, hacen lo mismo, rompiendo un acuerdo con el Ayuntamiento. Naturalmente, sólo son “tocados” los virtuosos. Parece que la práctica del deporte sólo está pensada para ellos. Quizás es que en la declaración de la renta, tenemos desgravación los que no jugamos bien al fútbol. Tengo que mirarlo.