Opinión

La Felicidad es un estado

La Felicidad quizás sea una de las definiciones más controvertidas y complicadas que existen. Siempre la persigue el ser humano. Es un estado que no sólo incluye alegría y bienestar, también compromiso, lucha, reto…incluso dolor.

Todos deseamos una vida de equilibrio. “¿A qué viene esto?”, se estarán preguntando... Pues a cómo nos sentimos en Tudela ante el cambio político tan drástico y acertado, diría yo, que ha ocurrido.

Porque aunque todavía se escuchan “los gritos del pasado” y “los ecos del dolor” que se adueñaron del alma de algunas personas para siempre, hay que reconocer la importancia que tiene el descubrir que los causantes de aquellas lágrimas piden perdón, sin reservas y eso es algo que les hace verdaderos seres humanos. Pero considero de igual importancia, a veces más si cabe, el saber perdonar.

Yo no entiendo mucho de política pero es evidente el desasosiego que últimamente se palpaba en el ambiente; había aspectos que se escapaban al control de mi entendimiento y también me causaban ese desasosiego, esa desilusión por el aspecto político, social y económico de mi ciudad. Me sentía circunspecta y al mismo tiempo silenciosa, no sabía qué pensar, qué decir, qué decidir…no sabía qué votar.

Sin embargo, un día, cuando iba a trabajar, le vi. Vi una cara en un cartel publicitario para las elecciones y supe, a pesar de mis dudas por el pasado de su partido, que esa persona sería un buen alcalde. Muchos ahora estarán pensando: “¡Ja, qué fácil es decirlo una vez que ya ha sido elegido!”. Pues no. Lo supe antes y así se lo hice saber a mucha gente, incluido a él, en un mensaje, porque no lo conozco personalmente.

Me tomé la licencia, como me dijo él, de decidir que Eneko -y no malinterpreten mis palabras,- era la cara “más bonita de las elecciones”. Ese rostro llevaba implícitas muchas virtudes, entre ellas la honestidad, sinceridad y constancia, el trabajo de muchos años, el esfuerzo, la lucha... y su mirada invitaba a la introspección y al análisis…al pensamiento.

Y es lo que hice, pese a mis dudas y atrapada en unos recuerdos dolorosos que me tocó ver en la adolescencia, pensé que Eneko sería un buen alcalde, sin lugar a dudas. Es la primera vez en mi vida que medité tanto mi voto, escuché todas las entrevistas de todos los candidatos a la alcaldía y sólo él dijo algo realmente visceral y que se depositó en el alma de la gente y fue que quería devolver la “ilusión a los tudelanos”.

¿Duro trabajo no? pero me siento feliz porque en el ambiente ahora se palpa esperanza, optimismo, confianza, tranquilidad y ese estado al que hago referencia en el título de este artículo, el que ansía el ser humano y que hace que se produzca ese equilibrio en la vida para que todo funcione: la Felicidad.

A Eneko y todo su equipo: ánimo y cuidad de nosotros.

MªJosé García Magaña