Opinión

El Estado del bienestar "sostenible"

Estas fechas navideñas son muy propicias para los deseos, las buenas intenciones y sobre todo para las tertulias sobre el futuro.



Comenté en una de ellas, que sería muy interesante que en el 2011 el salario mínimo fuera de 3.000 euros al mes, en lugar de los 1.500 euros de media que anuncian varios informes estadísticos, y un contertulio comentó: “eso a mí me parece insuficiente”. Y era verdad, porque su estatus de bienestar dista sustancialmente del estatus de bienestar de otro compañero de mesa, que se conformaba con 1.200 euros.



Las directrices políticas nos han orientado en los últimos años hacia un Estado del bienestar ilimitado y consecuentemente “insostenible”, porque hay que recordar que lo sufragamos cada uno de nosotros y no sale precisamente barato. Según la Institución Futuro afincada en Navarra, el contribuyente navarro trabaja hasta el 26 de abril para pagar impuestos.



Por lo tanto, tenemos que pedir a los políticos que trabajen en la definición del nuevo Estado del bienestar sostenible, porque hay que garantizar su sostenibilidad en el largo plazo.



Hay que volver a replantearse qué debe sufragar el Estado del bienestar y a qué coste. No nos tiene que dar miedo olvidarnos del concepto de “gratuidad total de los servicios”, ya que ese concepto, además de convertir en ineficaces muchos servicios, no hace otra cosa que aumentar considerable nuestros impuestos personales.



Una buena explicación política de los efectos de algunas medidas orientadas hacia el Estado del bienestar sostenible nos ayudaría a apoyar esas medidas.



A mí, el copago sanitario no me produce ninguna insatisfacción, soy consciente de que eso agilizaría la sanidad pública y recortaría mis impuestos, eso sí, la medida deberá ir acompañada de una mejora en los Servicios Sociales de Base, para atender a los más necesitados.



El Estado tiene que ofrecer todos los servicios que sean útiles y eficaces para los ciudadanos, pero hasta unos niveles distintos a los actuales.



Las cuentas públicas funcionan como nuestros bolsillos, hay cantidades que entran y cantidades que salen, y sólo puedes endeudarte hasta cierto nivel, por eso sólo hay un número limitado de servicios públicos sostenibles, el resto es hipotecar el futuro en detrimento del progreso social.