Opinión

Con el pie cambiado

A los que hace ya años manteníamos que ETA tenía que abandonar definitivamente las armas y dar paso al debate político y democrático de la sociedad, la noticia nos ha supuesto un aporte de vitaminas y de felicidad.



Vitaminas para luchar por los derechos maltratados y torturados de los parados, de los pensionistas, de los trabajadores, y las capas desfavorecidas de esta cínica sociedad en la que cuentan más los programas del corazón y aldraguerías que el “estado del bienestar”. Felicidad porque el daño físico y psicológico a las personas debe archivarse lo más hondo posible en las hemerotecas de la historia.



El dolor, la venganza, la tortura, las leyes de excepción antidemocráticas, las muertes, tienen que perder terreno respecto a la Justicia (no a los jueces) y la libertad plena.



ETA se va, lo deja, y esto supone el reciclaje o desaparición de partidos políticos que han basado su discurso en justificar su línea de actuación en la existencia de ETA.Estos días observamos nerviosos e intranquilos a muchos burócratas que temen perder su sillón o no conseguirlo en unas hipotéticas elecciones democráticas. Quedan muchos temas por resolver en un ovillo enredado con los años, y es obligación y derecho de todos los partidos y agentes sociales desenredarlo. Es hora pues de reparar los destrozos, reconocer el dolor de las víctimas, de todas las víctimas, y afianzar la senda de la auténtica democracia inédita en nuestro pueblo hasta el día de hoy.



Este deseo que posiblemente comparten muchos ciudadanos puede verse truncado por los cálculos electorales de los profesionales de la política, manteniendo el pucherazo y las cartas marcadas,

y por las opiniones interesadas

de los medios de incomunicación y diferentes editoriales.



Es la hora de la verdad aunque muchos siguen llevando el paso cambiado.