Opinión

¡A la porra el V Centenario!

El año que se inicia nos sitúa ante una fecha muy interesante, el 500 aniversario de la conquista de Navarra. Hace unos años, en 1992, con motivo del V Centenario del viaje de Colón, se dio una polémica y una reflexión similar, que supuso una toma de conciencia por parte de muchos pueblos de América. No estaría de más que en este rincón de Europa, por la cuenta que nos trae, nos pusiéramos también las pilas.

Algunos se encogerán de hombros y despreciarán el tema; no sirve para nada la memoria histórica; a lo sumo existe la memoria personal, que cada uno carga con ella, y no tiene trascendencia en la colectividad. Sin embargo, no es así, pues la memoria es por definición colectiva. En efecto, la conciencia individual se conforma y actúa en un marco de referencias que le da la comunidad, y que se construye y reelabora sin cesar en su interacción cotidiana.

La memoria es como la lengua, propia de una colectividad que le da su soporte vital, humano, y que la realiza en su propia práctica. Y hay una continuidad entre memoria, sociedad y territorio, que pasa por la comunidad que en todo ello participa.

Del mismo modo que el paisaje es el resultado de la interacción entre la población y su entorno físico (trabajo, cultura, vías de comunicación... Interacción histórica sin la cual no se entiende el paisaje), la memoria es parte imprescindible de la colectividad, se integra en el territorio, lo humaniza. De hecho la memoria se realiza en él, en los lugares de memoria.

Por no enredarnos en abstracciones teóricas, digamos que la cohesión social exige que en toda colectividad funcione una memoria compartida, una visión del país, de sus orígenes y problemas, de su identidad, que los habitantes utilicen en común. Una lectura de esa comunidad que define el marco de convivencia; que integra las diversas memorias (personales, parciales, aportaciones externas o migraciones...) y les dé una referencia unitaria.

La memoria es también como la identidad; todas las comunidades saben a qué atenerse en cuanto a identidad, a la cultura en que se socializan, a su ubicación en el tiempo y el espacio, a sus referentes de todo tipo; y esta realidad colectiva es un elemento imprescindible de la cohesión social. Claro que, en situaciones de conflicto identitario, una de las identidades en litigio aparece (o se define desde la contraria) como sin valor, prescindible, superflua.

Todo esto, en el fondo, está muy claro, y sólo andamos despistados nosotros, los portadores de una cultura e identidad que no dispone de un marco estatal que le otorgue autoridad y lábel de reconocimiento. Así, pues, lo que no está claro es cuál debe ser la memoria de nuestra tierra, la de la colectividad en que nos vemos integrados y que nos da sentido de pertenencia. Lo complicado es que este debate se resuelve por vía política.

Como ocurría en América hace unos años (1992), y se les planteaba una celebración que era la fiesta de la ignominia, la colonización, el genocidio y la conquista de América, lo que debatimos en torno a la memoria es la cuestión de la hegemonía.

Los que sostienen que nuestra versión de la historia (nuestra memoria histórica) no sirve, que es ideológica, que la lectura de una conquista militar de Navarra está falseada, que el desmembramiento de la tierra vasca en sucesivas conquistas es una interpretación interesada y nacionalista, nos están diciendo que la que vale es la suya. Que la historia de España que nos ofrecen es la objetiva. La científica.

Pero esta versión oficial es la del poder; la de quienes conquistaron nuestra tierra e impusieron su fuerza y sus leyes; la de quienes han escrito la historia a su medida para justificar sus actos de violencia y construyen la sociedad desde la perspectiva del imperio que fueron y quisieran seguir siendo.

Este debate es política. Un argumento de poder, de legitimación, de justificación del dominio. Durante este año 2012, centenario de la conquista del duque de Alba, debemos clarificar quiénes somos, qué nos hicieron, qué perdimos y por qué futuro apostamos. ¡A la porra sus celebraciones!