Opinión

En gran (pequeño) cambio

Llega el fin de año, y con él los propósitos de cambio. ¿Cuántas veces el 1 de enero nos hemos prometido cambiar un hecho indeseable que no hemos conseguido erradicar en todo el año? La resistencia del ego es abominable. Éste nunca va a querer salir de lo conocido, lo controlado, lo cómodo y lo habitual. Hay un tipo de crecimiento personal que se boicotea a sí mismo, por miedo.

Hay dos vías principales para el cambio:

a) El cambio de consciencia

b) El cambio de voluntad

Sobre el primero “nada se puede hacer”. Es el cambio que uno no espera realizar, no lo perseguía, ni lo conocía. Es el cambio que realmente nos transforma. El que expande nuestro ser. Nos sorprende en el lugar y con la persona menos pensado. Es un cambio espontáneo y sorprendente, que nos centra, nos reconecta con nosotros mismos. Incomprensible para los que nos rodean. Sin embargo este cambio está fuera del alcance de nuestra voluntad. Lo cual nos lleva a la segunda vía de transformación: el cambio a base de voluntad.

Sobre este segundo cambio “hay mucho que hacer”. Es un verdadero trabajo personal. Porque como su nombre indica, supone trabajo (esfuerzo, sudor, energía, atención, sacrificio) llegar a conseguirlo. Pero es sobre esta segunda opción sobre la que tenemos control.

El primer paso para este segundo cambio es la atención consciente, del momento en que estoy haciendo (o pensando) algo diferente a lo que realmente quiero hacer (o pensar).

El segundo paso consiste en llevar a la acción eso que sé que tengo que hacer, y no hago. Y aquí es donde encontramos la mayor dificultad para el cambio: la resistencia de nuestro ego.

Para vencerlo existe un tercer paso: “la doma del ego”. Es decir, frustrar mis propias intenciones o las de otro, para conseguir una intención diferente, que hasta entonces no se ha podido manifestar por falta de fuerza. Por miedo. A veces incluso un miedo a algo que ni si quiera sé que temo.

La solución, el camino que me llevará al éxito, pasa por un toque de “agresión”. Para que algo nuevo nazca, algo viejo tiene que morir. He ahí el gran misterio de la vida biológica (y psicológica): es necesaria la muerte de un pez, para dar vida a otro pez mayor. De esta forma, la muerte y la agresividad son entendidas como fuentes necesarias de vida. ¿Estás preparad@ para matar? Y hacerlo con amor.

Referencias:

Un pequeño paso puede cambiar tu vida (2015). Robert Maurer. Editorial: Urano. Madrid.

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