Opinión

No entienden nada

Los progres están desconcertados y desolados por los graves acontecimientos que se han conocido de importantes ONGs, al parecer estas noticias les han hecho caerse de su limbo ¿cómo fallaron los controles sobre la conducta ética de los cooperantes? Estos escándalos vuelven a poner al descubierto la impostura de los bien pensantes de la corrección política en virtud de la cual: la pederastia era una cosa tan sólo de los curas, la corrupción consustancial con la derecha y la violencia sobre las mujeres es lo propio de la educación en la familia tradicional.

Bien, pues bájense ustedes de su pedestal y dejen de mirar desde su pretendida superioridad moral al resto de los mortales. Por lo que parece el mal está mucho mejor repartido por el mundo que la riqueza. El discurso dominante progresista nos viene vendiendo la idea de que sus recetas son las mejores para resolver todos los problemas del mundo, y que los progresistas son seres llenos de luz y quienes se oponen a las recetas progresistas son unos malvados y unos bandidos. Pues bien, estamos viendo claramente que la realidad nos dice que las cosas no son así.

Desde los centros progresistas han venido impartiendo clases diarias de corrección política, y la siguen dictando. En estos casos lógicamente califican a estas conductas como reprobables, más agravadas al producirse en el seno de organizaciones que se supone que se caracterizan por sustentarse en valores y principios éticos. Contratar prostitutas y organizar orgías en Haití miembros de Oxfam tras el terrible terremoto que asoló la isla es grave, pero si además el responsable de la misión ya había tenido una conducta similar en Chad en 2006, pues la cosa pasa de castaño oscuro. Tal repetición indica que, al menos en ese momento, los controles internos sobre la conducta ética del personal eran débiles o inexistentes.

Con horror han descubierto que los buenos son malos, parece que muchas almas cándidas se acaban de caer del guindo. Lógicamente tras las disculpas, las tristezas, la indignación, las vergüenzas, han llegado las dimisiones. Ante tales despropósitos, la progresía reacciona y quiere garantizar que algo así no pueda repetirse ¡nunca más!. Están metidos de hoz y coz en buscar mayor garantías aumentando los controles internos y externos para detectar las malas prácticas. Preocupa que si ya existe un peso excesivo del coste del personal sobre el conjunto de los presupuestos de las ONGs, a partir de ahora todavía quedará menos para hacer la acción social propia de cada ONG.

Los progres piensan que son los gobernantes los que poseen la capacidad y el deber de allanar todas nuestras dificultades. Muchos piensan que la política puede resolver cualquier dificultad que se presente a la sociedad. Pero sabemos que con demasiada frecuencia, la política sólo se sirve a sí misma. Son partidarios del omnipresente paternalismo estatal y como consecuencia han producido una merma de la responsabilidad individual. Desde el Estado, como máximo, sólo se minimizará los riesgos, pero nadie puede evitar la existencia del mal, ni en las ONG ni en ninguna parte por más normas y más normas que dicten.

Qué pronto se olvidan que ellos llevan mucho tiempo potenciado el relativismo, el multiculturalismo, ellos son los que han sido propagandistas y partidarios del sexo sin consecuencias. Que para complicar más las cosas ahora pretenden cambiar el sexo por el género, y luego les extraña que aparezca el lado oscuro y la sordidez dentro de altos cargos de prestigiosas ONGs.

Llevan tantos años promoviendo las industrias de la buena conciencia, del buen rollito, como sustitución laica de las obras religiosas. Pretenden dar carnets de pertenencia al “coro angélico de las almas bellas” y no quieren reconocer la naturaleza humana de las personas. No parece lógico que ignoren lo que muchos sabemos: que no hay nada más simple para un sinvergüenza que apuntarse a una organización con buena fama, de forma que, allí, protegido por una imagen estupenda, pueda desarrollar sin excesivas precauciones sus tropelías.

Los progres no reconocen que lo que nos hace claramente humanos es nuestra naturaleza. Nuestra naturaleza es distinta de la de los animales. Una de las principales distinciones entre seres humanos y el resto de la creación es nuestra capacidad de razonar. Ninguna otra criatura tiene esta capacidad. Nuestra razón nos permite reflexionar sobre nuestra propia naturaleza y la naturaleza de Dios. Contamos desde mucho tiempo atrás con el viejo Decálogo como norma básica para llevar un vida ordenada. Sabemos que sin el ejercicio educativo y vivencial de la búsqueda del bien no es posible una vida ordenada, hay que reconocer que incluso tantas veces todos los humanos actuamos mal. Pues tenemos el libre albedrío, que es lo que nos diferencia y hace meritorio nuestro transcurrir diario. Salimos del paraíso, nuestra naturaleza está tocada y tenemos libertad para corregir nuestros defectos y potenciar nuestras virtudes.