Opinión

Putin pasa a la ofensiva

Rusia después del mayor despliegue militar tras la II Guerra Mundial, ha comenzado hoy finalmente con los bombardeos sobre ciudades ucranianas, parece ser según primeras informaciones que éstos estarían afectando a enclaves como Járkov e incluso la capital de Kiev, bastante lejos del Donbas la zona que estaba en guerra latente desde 2014. 

Para situarnos, Ucrania lleva en conflicto desde que en dicho año tuviera lugar la Revolución del Maidán o Euromaidán, alentada por parte de la Unión Europea y EEUU como respuesta a la negación del entonces presidente Yanukovich (favorable a Rusia) de firmar un Acuerdo de Asociación con la UE. Ese estallido social daría lugar a la guerra del Donbas afectando a las regiones del este: Lugansk y Donetsk, que de mayoría de población prorrusa se negaron a obedecer al gobierno surgido a raíz de la revolución del Maidán. A su vez, Rusia se anexionó (desplegando militares sin identificación) la península sureña ucraniana de Crimea, compuesta por mayoría étnica rusa. La conflictividad tras numerosas víctimas y muertos, tendría un respiro con los Acuerdos de Minsk en septiembre de ese año, los cuales supusieron un marco para el alto al fuego (no del todo definitivo) en la región del Donbas. 

Así las cosas, estos años Ucrania había vuelto a ser olvidada por el panorama mediático internacional. La presidencia de Trump por muy mala fama que arrastrase no intensificó el conflicto en el país y dio un respiro a la población ucraniana. 

Sin embargo, el país eslavo es un activo fundamental por varios motivos, destacando: 

  • Por un lado, el gas ruso que es transportado por los gaseoductos y por los que Ucrania cobra por su transporte. Es imprescindible para calentar la mitad de Europa (especialmente Alemania, pero también Polonia, Austria, Francia, Italia, o incluso en una porción muy pequeña de alrededor del 5%, España).
  • Por otro supone un punto estratégico militar con alto valor geopolítico para potencias como EEUU o Rusia, pues forma parte de la periferia inmediata de este último.

Así las cosas, la construcción por parte de Alemania del gaseoducto Nord Stream 2 (que reducía el riesgo de transportar el gas por Ucrania, pero aumentaba la dependencia directa con Rusia) generó grandes recelos en EEUU que con la elección de Biden empezó a hablar de integrar a Ucrania en la OTAN. Esto último significaba para Rusia una amenaza directa a su seguridad nacional, lo que una vez fracasadas las negociaciones la ha impulsado a responder por la fuerza. 

El escenario por lo tanto es altamente incierto y preocupante. España lleva desplegando unidades militares desde hace meses en la región (Bulgaria y Letonia) de acuerdo a los parámetros de la alianza atlántica, al igual que han hecho otros socios occidentales enviando también armas y asesoramiento a Ucrania. Rusia ha empezado a hablar de “liberar al gobierno de Kiev” por lo que estaríamos hablando de una anexión del país en toda regla. Europa por el momento responde con sanciones mientras hoy el presidente Pedro Sánchez se reúne en Bruselas. 

Esta disputa es para Rusia una cuestión no solamente de seguridad sino casi existencial, pues el Rus de Kiev fue su origen histórico. EEUU y la UE no pueden tampoco dejar que Putin haga y deshaga conforme a su voluntad imperial. ¿Habrá respuesta militar por parte de la OTAN? Pase lo que pase, el fracaso de la diplomacia vuelve a cebarse con la población ucraniana y lo que es peor, con la sombra de una nueva guerra entre europeos.