Opinión

Los paisajes históricos de la Ribera, Navarra y FITUR

Como pueden imaginar es un placer y un honor para mí intervenir en este acto para, de alguna manera, poner voz a la tierra de la que procedo, a Navarra y, si me lo permiten, con mayor énfasis al Sur, a la Ribera del Ebro. Una tierra que siempre se ha caracterizado por ser lugar de encuentro y de acogida, algo que nos ha traído hasta donde estamos, que nos ha hecho ser como somos y ser lo que somos.

No se me ocurre un foro más indicado que este, la Feria Internacional del Turismo, para reivindicar el valor del viaje, del conocimiento mutuo, del intercambio cultural como elementos fundamentales para forjar personas y, por tanto, sociedades más abiertas, más integradoras y tolerantes, más justas en definitiva.

El viaje y el encuentro entre diferentes abren las mentes, disipan los recelos y, a la postre, nos protegen de quienes utilizan el miedo a lo desconocido para defender intereses espurios, ocultos a veces tras otros en apariencia legítimos.

Por mi actividad literaria, como autor de novelas históricas, he tenido y tengo el privilegio de viajar en el tiempo y conocer en lo posible (o tratar de imaginar), la forma de vivir y relacionarse de quienes pisaron hace diez, doce siglos, las ciudades que ahora son las nuestras. Y al hacerlo, y aterrizar allá en el siglo IX, es posible descubrir una sociedad mestiza, formada por descendientes de romanos, de godos, por vascones o por árabes, que luchaban entre sí, es cierto, pero que también colaboraban en pos de objetivos comunes. El propio origen del reino de Navarra no se entiende sin el auxilio mutuo entre los musulmanes del valle del Ebro y los vascones de la montaña. Los lazos entre ellos eran incluso de sangre: Musa ibn Musa, el caudillo que dominaba la ribera del Ebro e Iñigo Arista, el primer rey de Pamplona… eran hijos de la misma madre. Y lucharon juntos, en Roncesvalles frente a los francos, en la Ribera frente a los emires de Córdoba, creando las condiciones para que, en el solar de la actual Navarra, surgiera el germen del primer reino de Pamplona.

Cada una de las civilizaciones que hollaron nuestra tierra dejó su impronta. Nuestra comunidad presenta en esta feria, por ejemplo, su excelente oferta gastronómica, pero la agricultura Navarra no sería la que es sin las obras hidráulicas de romanos y árabes, y no existiría la menestra de Tudela sin la al-harsufa (alcachofa) y sin el asfarag (espárrago) que nos trajeron los árabes. La cultura hebrea, las influyentes juderías de nuestras ciudades medievales, nos permiten formar hoy parte de la Red de Juderías del Estado y recordar a personajes de importancia capital para la cultura de su tiempo, como Jehuda Ha Levi, Abraham ben Ezrá, o el gran viajero tudelano, el Marco Polo navarro, Benjamín de Tudela. La civilización cristiana se acabó imponiendo y el Camino de Santiago, el románico navarro o el canto Gregoriano que aún hoy se escucha en la abadía de Leyre son parte de su legado, que hoy admiramos y disfrutamos, y que atrae a nuestros visitantes de forma irresistible.

Recuerdo las enseñanzas de una vieja profesora de Genética cuando nos hablaba del “vigor híbrido”: cuanto más alejados están los progenitores en la escala filogenética, mayor probabilidad de éxito vital tienen sus descendientes. Por el contrario, la endogamia conduce a la extinción de las especies y de las civilizaciones. Me atrevo a decir que no solo la endogamia genética, sino también la endogamia intelectual.

En un día como hoy en que un nuevo presidente toma posesión en el país más poderoso del mundo, con la intención primera de levantar muros que separan y aislan, debemos reivindicar más que nunca el viaje y el conocimiento mutuo como forma de derribar barreras; la integración y la acogida a nuestros visitantes frente a la exclusión como la mejor manera de resolver nuestros problemas.

Vosotros, responsables del Turismo en Navarra, hacéis bien en apostar por los caminos que tejen nuestro territorio, caminos de asfalto y de grava, incluso caminos virtuales que permiten al visitante conocer ese legado cultural y artístico que debemos cuidar con mimo porque hemos empleado miles de años para atesorarlo… Un legado multicultural que hoy presentáis en esta feria y del que nos sentimos muy, muy orgullosos.