Ni que decir tiene que es bueno su desmantelamiento, dado que ponía en jaque a todo el Valle del Ebro, su población, su industria, su entorno y todo, pero a esta realidad que ya le está llegando al emporio de la energía, hay que ponerle cota y más limitaciones, porque la necesidad real que tiene España es la de declararse país libre de energía nuclear,
y cerrar, cuanto antes, las centrales de Almaraz,
Cofrentes, Ascó y Vandellós. Y, del mismo modo, cerrar las centrales de carbón, por mucho que interesen a las zonas mineras.
Cualquier otra alternativa es una entelequia y, a la postre -y en beneficio de esos mangantes de siempre- perjudicar al sector de las renovables y no permitir generar energía limpia, creando, a su vez, infinidad de puestos de trabajo.