De nuevo nos vuelve a tocar vivir una navidad de las más extrañas de los últimos años. Nos ha tocado convivir con un virus que ha trastornado nuestras vidas y a que a día de hoy sigue recordándonos tozudamente que no podemos relajarnos y que no debemos bajar la guardia, ya que de todos nosotros, de nuestra actitud personal depende el poder erradicarlo para siempre.
Durante el año que llega a su fin se tomaron decisiones muy difíciles, duras pero necesarias y en mi opinión acertadas. Pero a pesar de todo 2021 ha sido un año de esperanza. La aparición de vacunas para plantar cara a ese virus nos hizo ver una luz cercana al final del túnel que lleva demasiado tiempo recordándonos que sin esa responsabilidad individual, las consecuencias las pagaremos todos y todas.
Las vacunas y como no, el trabajo, esfuerzo y dedicación de todos los sanitarios, colectivo al que pertenezco con orgullo, que han dado todo para intentar terminar con esta pandemia que nos está quitando tanto en nuestro día a día. Soy optimista, intento mantener la sonrisa en estos momentos difíciles, en unos tiempos en los que hemos tenido que cambiar totalmente nuestros hábitos respecto a otros años, en los que hemos tenido que despedirnos con infinita tristeza de mucha gente. Son estas fechas tan entrañables un momento de unión, de celebración familiar, de cariño, de recuerdos, de sentir a nuestra familia cerca y que por las circunstancias actuales sentimos “lejos”.
Quiero aprovechar esta oportunidad para mandar un abrazo sincero a todas las personas que por la pérdida de un ser querido estas navidades no serán lo mismo, y enviar un mensaje optimista de un futuro esperanzador con empatía, respeto y responsabilidad para que entre todos y todas 2022 sea un año cargado de buenos momentos para todos.
