Opinión

Que todas/os aprendamos a aprender

Está claro, cristalino, que, mientras no haya una vacuna validada por la autoridad científica competente, ningún miembro de la comunidad educativa dejará de ser vector de contagio, y, por ende, tampoco habrá riesgo cero.

Que los alumnos (ellas y ellos) acudan regularmente a sus respectivos centros educativos y asistan presencialmente a las clases que les imparten sus profesores y maestros (hembras y varones) es fundamental para que el proceso de enseñanza/aprendizaje resulte provechoso, un éxito, para discentes y docentes.

Amén de aprender a aprender (que no es un mero juego de palabras, sino una realidad que cada quien asume o toma conciencia/constancia de ella en distintos momentos de su periplo de instrucción), saber que se adquiere, sobre todo, interactuando con sus colegas/émulos, dentro y fuera del aula, los estudiantes tienen mucho que asimilar, además de las diversas materias de conocimiento cuyos contenidos les suministran sus profesores y maestros, de la situación, entorno o circunstancia, la pandemia del coronavirus y la incertidumbre que gravita y rodea el actual espacio/tiempo o “cronotopo”.

Si no recuerdo mal, fue José Lezama Lima quien inculcaba (a quienes asistían a su “Curso Délfico”) que no saber es el primer paso que hay que dar, el primer peldaño que hay que subir para empezar a ascender la infinita escalera del conocimiento. Bueno, pues, para poder superar ese primer requisito, todos los estudiantes tienen que cepillarse los prejuicios que, indefectiblemente, acarrean; por ejemplo, ese temor inveterado y cerval que, desde que nacieron, consiguió adherirse, como una lapa, a su ropa, el miedo a lo desconocido.