Opinión

¡Tú quoque Sanchez fili mí!

Bajo el hedor de la incomprensión más absoluta, se encuentra España, nación rica en cultura historia y progreso. Un hedor que se ha apoderado de la gran mayoría de los españoles que impotentes desde la barrera, ven como su país, el de sus padres y abuelos, se dirige al abismo de la manipulación. Es tal el grado de crispación social, que hasta los europeos no quieren tomar cartas en el asunto y se limitan a pensar ¡que pobres españoles la que tienen montada! Son un número de causas y dejaciones las que nos han traído hasta aquí, que para solucionarse deberán contar con la respuesta masiva social de los españoles.

Cambio urgente de la ley electoral, no puede ser que España esté en manos de partidos minoritarios, defensa acérrima de la unidad territorial bajo el amparo de la constitución, unidad de la lengua nacional bajo el amparo a sus diferentes dialectos, soberanía e independencia para el poder judicial, responsabilidad civil y penal para políticos, en fin lo que en cualquier foro se denominaría, sentido común ciudadano.

Quizás, cueste entender como cíclicamente a pesar de los avances sociales, siempre sale un llamado líder que cambia la historia a base de acontecimientos o hechos negativos. Generalmente, el ciclo de estos individuos no es largo porque depende de la velocidad de respuesta del pueblo para resolver estas situaciones. Estamos frente a la respuesta, el momento donde hay que accionar la palanca que despierta el pensamiento profundo, lejos de ideologías políticas y más cercanas a la propia existencia y el futuro de los nuestros.

En un país donde ya casi no se exporta, no se crea tecnología propia, no se domina parte o partes de mercados del mundo, está abocado a la deuda más absoluta, no se puede mantener a base de empleo público que gasta de lo poco que se está generando. El turismo gran salvador de este país, se puede ver muy afectado con esta situación ya que son muchas las compañías, expectantes de ver como acaba este capítulo de política española. Debería haber una confección de ley para imponer a los partidos políticos unas responsabilidades civiles, no puede ser que en el nombre de la política se comentan tales injusticias y no pase nada, podríamos recordar muchas en tiempo de pandemia.

Lo peor es que todavía desde hace 12 años, no se habla de cómo recuperar tejido industrial, ayudar a pymes o generar tecnología para no depender de terceros. Las demandas en formación profesional, ahogan a empresarios ya que son tantas las trabas para enseñar a trabajar, que es mejor no hacerlo. El nuevo año, confiemos en que nos traiga tiempos de esperanza y libertad.