A lo largo de los tiempos, hemos visto como la comunicación con un alcance sin límites, prensa y radio esencialmente, (ahora + redes sociales) ha sido un arma determinante para movilizar y cambiar conductas o acciones en tiempos de guerra o fractura social.
En estos últimos tiempos, habría que reflexionar acerca de la posición de los medios de comunicación que ante graves casos de índole político o social, miran hacia otro lado. Por ejemplo, el del puro y necesario negocio, tomando el camino más fácil, el del no posicionamiento basado en la libertad de prensa o incluso la libertad de expresión, para escalar algo que está mal y que a la larga puede causar ruptura social. Vemos últimamente, como se crean cortinas de humo para desviar la atención de lo que realmente importa, Trump a la cárcel, gasoil prohibitivo, alimentos importados, violadores excarcelados, pactos con prófugos, etc. Todo esto, es tapado, borrado, por el beso a Rubiales con una naturalidad y ligereza que asusta de manera que al día siguiente, nadie se acuerda de la primera y si de la segunda múltiples veces repetida.
Es el poder de la comunicación a veces dirigida por grupos vinculados a sectores industriales que participan de manera sigilosa en acciones comunes. ¿Debe un medio de comunicación permitir que cierta noticia se ante ponga a otra sin valorar sus consecuencias? ¿Se puede anteponer la libertad de prensa ante el resultado cierto de sus consecuencias? La pluralidad en el medio, no significa, ni debe, que todo vale porque en ese momento perderá su atractivo, aquel que nos lleva a pensar no igual, pero que estamos en el equilibrio de nuestro juicio de valor.
