En determinadas circunstancias, uno debe de cambiar de actitud frente a aquello que considera, se alinea con sus objetivos o incluso proyectos de futuro. Este cambio de actitud incluido el pensamiento y valores de conjunto, se podría definir como una evolución personal, por encima de ideologías, en unos casos heredadas y en otras adquiridas en tiempos o ciclos de vida diferentes.
Es, como resultado de esta evolución, gratificante ver como la sociedad se mueve políticamente en la defensa de sus ideas y proyectos actuales dejando a un lado ese fanatismo enrocado que en muchos casos, lleva a seguir en una posición determinada aun a sabiendas de que esa posición, no es buena para sus intereses. En poco tiempo, hemos visto como muchas personas han evolucionado, buscando un hueco donde poder hacer realidad sus proyectos y desarrollos personales. La pluralidad en clave política, tiene un significado amplio no solo reservado para opciones, sino también para posiciones en tiempo y forma determinado, habilitando el flujo de políticos entre partidos.
¿Dónde acaba el partido y empieza la persona? Generalmente en un punto de no retorno, donde las discrepancias entre valores personales y disciplina impuesta chocan, causando diferentes patologías generalmente psicológicas, decepción, hastió, falta de compresión, etc. Como el futuro de la política está basado mayormente en sus políticos y en la sociedad que los apoya, se tendrá que aceptar que de la misma manera que la sociedad evoluciona, sus políticos también.
No es perjudicial cambiar a fuerza de la verdad y hechos consumados de opinión o valores, demuestra, una capacidad de progreso y de evolución digna de nuestra especie. Miremos al futuro con ilusión, sin perder esa capacidad de buscar o cambiar a eso que se demuestra o piensa, puede ser mejor para nuestra vida y los nuestros. Tengamos la valentía de admitir en algún sentido, estar equivocados y reaccionar para cambiar nuestro futuro evolucionando como personas libres.
