Opinión

La necesaria individualización

Es necesario pasar de la dependencia absoluta que experimentamos en la infancia, en la que estamos sometidos a los adultos, sobre todo a los padres, a la máxima individualización, sabiendo que nunca va a ser total, fundamentalmente porque somos seres sociales.

Refiriéndonos a la dependencia social, necesitamos de los otros para la procreación, que dará lugar al primer grupo, el núcleo familiar formado por la pareja y los hijos. Precisaremos de las otras familias, de los otros pequeños grupos sociales elementales, para asegurar nuestra subsistencia con la producción de alimentos, para la defensa, para ayudarnos en la adversidad. Así se formaron los primeros poblados. Desde ese momento, ya fueron necesarias normas, que obligaran a todos, para organizar y regular la convivencia, y resolver los conflictos. Se erigieron los primeros líderes para la coordinar, interpretar y hacer cumplir las normas y leyes que se habían dado. Así, en sentido ascendente, se formaron los pueblos, las ciudades, las regiones, las naciones, las organizaciones supranacionales, etc.

También somos sociales porque precisamos de los otros para reconocernos. Precisamos ser valorados, ser admitidos en el grupo social; también, ser queridos. Algunos, en una deriva patológica, aunque frecuente en la especie humana, precisan ser temidos; pero aun en las valoraciones negativas nos reconocemos; no podemos vivir si somos invisibles para los demás. De ahí, en una interpretación subjetiva, que a veces no coincide con la objetiva, extraemos datos para conformar nuestra autoestima.

El ser seres sociales, necesario para la procreación, para la organización comunitaria, lleva consigo la necesidad de dependencias. Algunas son el tributo que debemos pagar para organizarnos y permitirnos vivir con determinadas ventajas (defensa, comercio, sanidad, educación, leyes, etc.); otras nos las imponemos de forma consciente o inconscientemente. Las dependencias van a ser lastres que nos van a dificultar volar hacia la individualización teórica, y, en definitiva, van a influir positiva y negativamente en la felicidad subjetiva.

Las vicisitudes positivas y negativas en el trabajo, en la salud y en otros aspectos importantes, son irremediables; también con las personas que tratamos, con las que queremos. Van a ocasionar luces y sombras, y en consecuencia sensaciones positivas y negativas. En este sentido es imposible el proceso de individualización, hasta el punto de que no influyan. Llevado al extremo nos abocaría a una vida sin sentimientos, lo cual sería negativo. Es uno de los artefactos de la felicidad. No necesariamente el afecto debe ser correspondido en la misma medida. 

Nacemos totalmente dependientes, y esa dependencia durará muchos años. Al principio no somos conscientes, pero a partir de la adolescencia necesitamos reafirmar nuestra individualidad. Será una época de lucha, de rebeldía, porque los padres o tutores, con sus normas, no ayudaran, en general, a conseguir la independencia.

Pero la individualización es un proceso necesario, aunque difícil. Todo va a tender a que seamos dependientes, a que no seamos libres. Los padres educan en valores, pero, en general, sin ser conscientes, tratan de proteger en exceso, a veces, de domesticar, a los hijos para que sean compatibles con la corriente que toca vivir. Que no sean conflictivos. Que se adapten a la sociedad para que no tengan problemas. En general, no educan para ser hombres y mujeres libres. Es una grave equivocación. Se debe educar en librepensamiento, precisamente para evitar la dependencia; potenciando las cualidades; inculcando valores; mirando hacia nuevos horizontes si así lo desean; formando individuos reflexivos, pero autónomos. 

Es una formación no convencional que puede salirse de lo establecido y puede ocasionar problemas, pero también muchos beneficios. Los hombres y mujeres grandes en el mundo, que lo han cambiado o han ayudado a hacerlo mejor, han sido personas que no se han movido dentro de las líneas culturales, profesionales e, incluso, sociales de lo establecido. El mismo defecto, con frecuencia, cometen los educadores en los colegios, cuando su finalidad debería ser formar personas que utilicen sus potencialidades para buscar su proyecto de vida personal, y para influir en la sociedad en la que vive y mejorarla.

En la sociedad actual, se ponen trabas para la individualización, porque interesan personas manejables, que sigan el dictado y las corrientes pautadas por las clases dominantes, por los poderes en la sombra.

De mi libro “Salud y felicidad”. Eds. SalTerrae