Opinión

Lo cotidiano

El rebujo de lo cotidiano es aburrido. Todos los días son casi iguales, incluso descartando las tareas fisiológicas de alimentarse y desalimentarse, casi todo lo demás es también rutinario: el paseo diario, el tiempo de leer, el tiempo de escribir, la mayoría de los trabajos…

Pero en realidad, esos tiempos no son iguales. En mi paseo diario, el rio que cada mañana observo cuando marcho junto a su cauce, es el mismo, pero cada día, o al menos muchos días, me parece que tiene fulgores y sombras diferentes. Mi mirada es fotográfica y veo planos, rincones, tomas que me inspiran belleza, nostalgia, embeleso y, algunas veces, “vida”. Cada día es distinto. En el cielo, las estelas de los aviones de hoy es distinta de las de ayer, cuyos pasajeros estarán en sus destinos a miles de kilómetros. Para los que están cruzando ahora, nosotros no somos ni hormigas, y ellos para nosotros ocupan menos que un pájaro. ¡Cuántas vidas cruzadas y minimizadas en unos segundos!

El agua del río que vi ayer, seguramente estará ya en el mar; el tronco que ayer flotaba en la corriente, estará embarrancado en alguna pequeña presa esperando una avenida que lo libere de su cárcel. Mi tristeza de ayer, seguramente habrá matado alguna célula de mi corazón ya viejo, pero mi paz de hoy, seguramente ha impulsado alguna que ha salido reforzada diciendo que merece la pena vivir.

Merece la pena vivir, pero, “vivir vivos”. 

Feliz Navidad y mis mejores deseos para 2022.