Opinión

Libros

Estoy rodeado de libros. ¿Para qué? Es como si en este decorado me sintiera elevado al altar de la sabiduría ¿O tal vez es solo pose? Aunque, creo que no es pose porque no lo enseño a nadie. Estoy en mi rincón. Tal vez es una aspiración, un ideal. Me gustaría ser “sabio”, pero yo en la penumbra. Para mí esta acepción la identifico con lo que me gustaría ser: una persona sabia en pragmática de la vida con un enfoque profundamente humano, empático, cercano, social, justo…, pero no solo para mí, sino para trascender humildemente, con mi grano de arena a personas que me lean, si les puedo ayudar a gozar su intimidad, y a intentar vivir un mundo fuera de la pura razón; más humano.

¿O tal vez es una meta? Pero yo ya no tengo meta externa, a no ser que mis escritos, si son aprovechables, lleguen a quienes les puedan transmitir sensaciones que los aparten de lo ordinario. La medicina a la que he dedicado toda mi vida, me ha permitido conocer registros de la vida que otros solo pueden imaginar. Estoy satisfecho; no me arrepiento; no se puede tener todo, aunque mi profesión no ha hecho desaparecer mi vocación de plasmar en escritos ideas, relatos y poemas. He intentado, como hago ahora humildemente, influir en la sociedad en la que vivo para hacer un mundo más humano.

Estoy rodeado de libros para que me sirvan de cebo, porque en el fondo, sé que en ellos y en la reflexión de lo que leo, está la sabiduría personal, en definitiva, parte de mi felicidad. Porque leo para mí, para aumentar mi “bagaje”. No son conocimientos que se puedan conseguir en cualquier lugar. Es contenido sobre nosotros como seres humanos, sobre nuestra relación; sobre nuestro papel en el mundo. Es, contrastar con mis esquemas intelectuales continuamente en evolución y ávidos de aprender ideas, opiniones y saberes de autores que intento elegir y que pienso que me pueden aportar.

Ese cultivo, la reflexión, bebiendo de autores que han sido o son ciudadanos del mundo con los ojos abiertos a temas fundamentales o creativos. Abierto al mundo, a nuestro universo infinito, a los seres vivos, sobre todo a los seres humanos con sus virtudes, con nuestras miserias. Con los afectos, con la capacidad de contemplar la belleza, las artes, ese inmenso derrame creativo de nuestra espiritualidad, donde está lo mejor que hay en nosotros y nos provoca momentos sublimes de felicidad.

Eso me interesa. No para quedármelo y regocijarme, sino para compartirlo con otra gente y hacerle partícipe de mi goce y de mis reflexiones, en una actitud de compromiso.

Soy muy viejo para todo esto. Pero me permite estar vivo.