Opinión

El ser y el aparentar

Es algo consustancial al ser humano revestirse de artefactos, adoptar formas, poses y actitudes que tienen por finalidad trasmitir una imagen determinada a las personas de nuestro entorno y, en definitiva, comunicar una serie de características de nuestra personalidad, reales o no, que el sujeto en cuestión pretende que sean conocidas por los demás.

Es algo consustancial al ser humano revestirse de artefactos, adoptar formas, poses y actitudes que tienen por finalidad trasmitir una imagen determinada a las personas de nuestro entorno y, en definitiva, comunicar una serie de características de nuestra personalidad, reales o no, que el sujeto en cuestión pretende que sean conocidas por los demás. Es una forma de comunicación no verbal que ocupa un lugar preeminente dentro de las formas de comunicarnos.

El objetivo de los signos externos, incluso las poses, es arrogarse unas características determinadas que pretenden que los demás nos reconozcan, y que, en general, son de dominio, de poder, de status social privilegiado, de belleza, de juventud...

Tratan de mostrar aspectos que frecuentemente no se corresponden con la realidad. Mantener un status determinado basado en signos externos valorados socialmente, puede ser la finalidad por la que llegan a sacrificar aspectos importantes. Para determinadas personas, el tener un coche de alta gama, vivir en un barrio determinado, vestir determinadas marcas, etc., puede ser muy valorado y utilizan todas sus energías para conseguirlo; incluso sacrifican necesidades básicas. Mostrar un aspecto físico elegante, se convierte a veces en una forma de vivir obsesiva; otras no aceptan el proceso de envejecimiento y van poniendo parches continuos, con alto costo económico.

"Tratan de mostrar aspectos que no se corresponden con la realidad"

Esto lleva a que haya una discrepancia entre lo que se es y lo que se pretende aparentar. Viven una existencia superficial condicionada por uno y mil factores sin contenido de los que llegan a sentirse esclavos. Esta forma de vida está llena de insatisfacciones y es fuente de frustración y hastío.

En la sociedad actual parece que impera la creencia de que el hábito sí que hace al monje. Esto lo saben muy bien las empresas de consumo, que intentan vendernos sus productos basando su publicidad en lo accesorio y no en lo fundamental.

Casi no nos hablan del producto en cuestión, pero nos lo presentan asociado a mujeres bellas y jóvenes, coches ostentosos, marcos paradisíacos o personas valoradas socialmente.

El que exista una disociación entre lo que se es y lo que se quiere aparentar, lleva a una permanente frustración y, por tanto, a una permanente infelicidad.

Aceptarnos como somos y llenar de contenido nuestra vida, es algo imprescindible para conseguir cotas de felicidad.