Opinión

El picaporte

“El picaporte”, también “cencerreta”, era la forma de llamar a las casas desde la calle en mi niñez, o a los pisos cuando las viviendas eran en diversas plantas; en ese caso el número de golpes de llamada correspondían con el nivel de la planta. La finalidad era la misma que hoy tienen los timbres: "llamar a la puerta”.

El picaporte consistía en una especie de mazo con diversas formas, de martillo, de mano u otras, algunas realmente artísticas. Estaba anclado en el tercio superior de la puerta y se golpeaba contra un remache sujeto a la misma. Su función era de “llamada”, Cuando la llamada era a horas intempestivas producía sobresaltos en los moradores de la vivienda en cuestión, y casi en todo el barrio, que se asomaba a las ventanas para intentar enterarse qué sucedía.

 El cartero, entonces, llamaba con un potente silbato desde el zaguán ajustando el número de silbidos al del piso de los moradores a quienes iba dirigida la carta, que inmediatamente bajaban a recogerla. El picaporte y el silbato, en definitiva, eran artilugios para llamar a los habitantes de las casas o de los pisos. 

El picaporte, en sentido figurado, nos vendría muy bien para despertar, o al menos para dar un toque de atención a nuestras conciencias y a nuestra inteligencia. Estamos adormecidos. Nunca como ahora hemos estado sometidos a tantos medios y tan sofisticados para manejarnos. Y no lo duden, el manejo es por parte de los poderosos para estar ellos en la cresta de la ola e imponer sus postulados, pero en los que ellos serán “la casta”, el grupo social privilegiado.

Se disfrazan de justicia social. Este mundo es complicado e injusto lleno de tahúres detrás de eslogan y de ideologías justas. Las prédicas, las puestas en escena, los gestos ensayados en el espejo, son los cebos para que piquemos el anzuelo. Utilizan palabras sagradas, para vender su mercancía. El objetivo es llegar o mantener el poder, y vivir como siempre han vivido los poderosos.  

Es necesario que el picaporte de la justicia nos despierte y desenmascaremos a estos tahúres profesionales. Están tan extendidos en el mundo, que es fácil que esto acabe mal, y cuando esté casi todo destruido saldrá la gente buena, líderes que con poco que ganar se sacrificarán para sacar el mundo adelante.

Vivimos en la época de los tahúres que campan a sus anchas en estas democracias de siglas y de prédicas justas, con muchos medios de comunicación literalmente comprados, y bajo ese disfraz de progresismo y algún gesto para la galería, hacer las mayores tropelías.

Debemos despertar a golpe de picaporte en nuestra inteligencia y en nuestras conciencias, para hacer una sociedad justa liderada por personas honradas, no por grupos y personas disfrazadas. Son las democracias que llamo “manipuladas”. Se venden con envoltorio de eficacia, justicia social y progreso.