Opinión

No al aborto

Me pongo a escribir mi opinión sobre el debate generado en torno a la reforma o no de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, y siento cierto vértigo al no tener el sentimiento ni la identidad femenina respecto a este transcendental tema.

No obstante, yo estoy en contra del aborto, y todas las mujeres y supongo que toda la sociedad. Pero ¿en qué cabeza cabe que las mujeres abortan caprichosamente o por diversión? Las mujeres que toman la decisión de abortar tienen una causa de índole social, económica, de riesgo para su salud o de cualquier otra índole. Los fariseos e hipócritas integristas que piden la abolición del derecho de la mujer a tomar libremente tan dura decisión, se manifiestan hoy si, mañana también, para coaccionar con el miedo de la religión a ciudadanos y gobiernos. Estos grupos de ortodoxos pro vida no han movido ni un dedo contra el genocidio de niños en Palestina, ni contra los estragos de la banca contra futuros papás a los que les roban sus casas, ni contra los recortes drásticos en educación sexual para evitar embarazos no deseados, ni contra la miseria y la pobreza de millones de familias que no disponen de los recursos básicos para alimentar o educar a sus futuros hijos.

Muchos de estos grupúsculos son capaces de condenar cual sanedrín a las mujeres que no comulgan con sus ruedas de molino, cuando han llevado bajo palio a un tirano.

Se olvidan de lo trascendental de su Dios y de su mensaje, un Dios que estaba contra los poderosos, no sentado a sus lomos.

Tomen ejemplo de religiosos como Sor Lucía o el padre Ángel, que están en el frente de la solidaridad creando comedores para saciar el hambre de cientos de miles de ciudadanos hundidos por el torpedo de la codicia de unos pocos canallas, que, por cierto, van a misa habitualmente e incluyen la religión obligatoria en la enseñanza académica.

Definitivamente creo que tras los problemas están las causas, pero a más de un santurrón se le caería la cara de vergüenza, si la cruda realidad de las familias se derramara en sus templos y altares.

Alfredo Gil 'Txiki'