Todavía no se ha constituido el Parlamento Europeo y se hace a la luz un secretito que sus señorías de todo ámbito político compartían en sus tertulias: sus planes de jubilación. Unos planes aprobados allá por los noventa que consisten en aportar el doble de dinero público a las aportaciones económicas de sus señorías.
Las reacciones de los eurochollistas españoles han sido de lo más insólitas y pintorescas. La dimisión que le honra al eurochollista de IU, a pesar de su tardanza y las absurdas explicaciones de los demás. La pura e incorrupta Rosa Díez de UpyD; la líder del PSOE, Elena Valenciano; o los múltiples y numerosos miembros del PP, Mayor Oreja, Montoro; y así hasta un centenar largo de representantes de los ciudadanos en Europa.
No se puede dudar de la legalidad de estas actuaciones (Ellos aprueban sus leyes) ni de las subidas de sueldo que pactan en torno a un 30% en plena crisis, de Barcina por ejemplo, lo que nadie nos explica es si no hay margen para el gasto público en Sanidad, Educación, Política Social, Pensiones y Empleo Público, entre otros, ¿de dónde lo sacan todos estos?
Quizás entre las futuras reformas conviene crear el convenio laboral del político, en el que se aplique como al resto de los trabajadores un descenso del 20% en sus sueldos,contratos de prueba, movilidad geográfica, SMI de 600 euros, jubilación a los 70 años y despido libre.
O bien que se aplique a todos los trabajadores sus acuerdos, subida salarial, planes de pensiones, viajes en primera, dietas, etc., etc.
La realidad es que más de un millón de niños en España podrán comer, con un poco de suerte, algún yogur caducado, como decía Cañete, en la calle por los desahucios, o en la fila del paro junto a sus padres.
Txiki
