Vuelta al colegio, a la universidad, a los institutos ante una situación excepcional que está poniendo a la clase política y a las administraciones en el pedestal de la zozobra. Otra asignatura pendiente de evaluación rápida, sin temario ni preparación, en el que el resultado puede ser decepcionante, esperanzador o peligroso.
En este precipicio de incertidumbre caminan estudiantes, familias, profesores y toda la sociedad en su conjunto. Esto es algo que estamos viviendo como un mal sueño en los últimos meses. Todos dicen poseer la mejor pócima que solucione el caos y todos estamos fracasando.
La causa, un virus traidor cuyo comportamiento es diverso e inverso, una enfermedad que ha sacado a la luz la verdadera pandemia del país, la egocentricidad, la política rastrera, el odio o la intolerancia.
Auguro un nuevo fracaso, ojalá esté equivocado. No sé de soluciones ni culpas, ni puedo predecir el futuro, solo me atrevo a recriminar aquellas actitudes y comportamientos que quieran rentabilizar esta tragedia socio sanitaria.
Suerte a los trabajadores de la enseñanza. Su suerte es la nuestra.
