Este maldito 2020, puede acabar de forma positiva. Me encuentro entre los ilusos y los crédulos que ven un atisbo de esperanza y de futuro. Un futuro mejor, más tranquilo y ordenado. Recuerdo la cena en Nochebuena de niño, donde un pollo nos hacía felices, azúcar quemada con almendras era un placer, o la ensalada de cardo recién cogido. Recuerdo esa cena sin TV ni teléfono. En esa cena estábamos padres y hermanos, cantando cualquier cosa hasta altas horas de la madrugada. Lo más importante, era la relación, el cariño y la compañía.
Quizá, estoy seguro, le volvamos a dar la importancia a los valores naturales del ser humano tras este año de tristeza y perdidas. Se marchará el virus, se marchará el miedo, pero entre todos tenemos que desterrar para siempre, la pandemia política, la que intoxica a las personas y genera odio entre amigos.
Navarra es mi portal de Belén de norte a sur y de este a oeste y está visto que este Belén tiene enemigos intolerantes con la diversidad y el respeto a los diferentes.
Feliz Navidad, Urte Berri On.
