Opinión

PSN y Bildu, un entendimiento realizado

Hace ahora exactamente una década, poco después de que la banda terrorista ETA anunciase el fin de su actividad violenta, escribí una carta a un periódico navarro, titulada Un entendimiento necesario, en que yo mismo abogaba, desde mi pequeñez, por que el PSN y EH Bildu llegasen a un acuerdo que permitiese una prolongada gobernanza del progresismo en esta comunidad. Ya lo dice el dicho popular: “Ten cuidado con lo que quieres porque puedes conseguirlo”. Y es que en la actualidad estamos precisamente experimentando la consecución de ese entendimiento, con María Chivite como presidenta del Gobierno foral, donde aparecen consejeros socialistas, de Geroa Bai y de Podemos, pero con el apoyo imprescindible de Bildu para aprobar todo tipo de iniciativas legislativas. En realidad, deberíamos estar todos muy contentos de que por fin se haya conseguido esa clamorosa demanda de que la izquierda en su conjunto se pusiese de acuerdo para interrumpir el prolongado mandato de UPN. Y, sin embargo, cuando Navarra Suma lanza al rostro de la presidenta su acusación constante de pactar con quienes no condenan el terrorismo de ETA, se siente que el bochorno interior de Chivite no es baladí, no solamente porque la hemeroteca la contradiga, sino porque realmente EH Bildu no ha realizado el recorrido que ellos mismos prometieron hace una década; en la realidad cotidiana de nuestras calles comprobamos todos los días que los abertzales simplemente han cambiado de estrategia y que han pasado del asesinato a intentar fastidiar a los demás todo lo que pueden de otras maneras menos comprometidas. Ya lo dijo Thomas de Quincey: “Se comienza por un asesinato y se acaba faltando a las buenas costumbres en la mesa”, expresión máxima de la ironía inglesa que aquí viene que ni al pelo.

En algo tiene razón Navarra Suma: de un tiempo a esta parte parece que en Navarra todo pasa por EH Bildu, como si los abertzales fuesen los jueces que niegan o aprueban cualquier decisión que se vaya a tomar en cualquier ámbito de la actividad: económica, política, cultural, etcétera. Es como si el miedo que la gente tenía a ETA se hubiese interiorizado para siempre, lo mismo que el silencio impuesto por el franquismo continuó en varias generaciones a pesar de la llegada de la democracia y con los gobiernos socialistas inclusive. De este modo, vemos, por ejemplo, que Geroa Bai basó su campaña electoral del 2019 en justificar la inclusión de Bildu en el Gobierno de Barkos. Fue notorio que en la segunda oportunidad que Bel Pozueta obtuvo de la torpeza de Sánchez de repetir las elecciones generales, los dirigentes de Geroa Bai prácticamente pidieron el voto para EH Bildu y consiguieron así que en esa segunda vuelta la candidata abertzale al Congreso saliese elegida. No obstante, es cierto que EH Bildu no ha recorrido el trayecto que todos esperábamos hace una década en cuanto a la autocrítica exigible por haber recurrido durante varias décadas al asesinato, a la extorsión y a la amenaza constantes para conseguir unos objetivos políticos, por otro lado, más que discutibles y que, en cualquier caso, sobre todo en Navarra, comparte solamente una minoría. 

Sin embargo, se percibe en estos días que EH Bildu se está cansando de hacer de chico bueno y que le harta apoyar el Gobierno de Chivite. Y esto es así porque, a pesar de las graves acusaciones de la derecha, el PSOE no va a concederles a los independentistas casi nada ni en el ámbito estatal ni en el autonómico. Se aprobarán leyes como la reforma local, arrebatando inexplicablemente la capitalidad a la Pamplona gobernada por Navarra Suma, y se harán muchas otras cosas, pero los abertzales, con su pacto con el PSOE-PSN, no van a dar ni un solo paso hacia su objetivo de alcanzar una Euskal Herria independiente, lo mismo que ETA solamente ha conseguido causar mucho dolor, pero absolutamente nada en la cuestión tangencial de conseguir la unión de Navarra y el País Vasco y el Estado vasco soberano. Por lo tanto, podemos esperar que ese pacto se rompa antes de lo previsto y entonces habrá que ver qué sale de las elecciones porque si Navarra Suma consiguiera la mayoría absoluta, la derecha regionalista todavía estaría en mejor situación que con la teoría de los quesitos y el pacto con el PSN.