Opinión

Si Chivite gana, Sánchez pierde

El resultado de las elecciones en Navarra, tanto para el Parlamento foral como para los Ayuntamientos de Pamplona y las demás localidades, por ejemplo Estella/Lizarra, presenta una aritmética muy clara: la suma de UPN y PSN-PSOE consiguen la mayoría absoluta para formar gobierno. Por lo tanto, lo más conveniente para el conjunto de la ciudadanía es dar por finiquitado el cambio político iniciado en 2015 durante una de las más graves crisis económicas globales del periodo contemporáneo. Al fin y al cabo, los frutos de ese cambio no han respondido ni de lejos a las expectativas generadas y, muy al contrario, han fomentado una desafección por la política y un escepticismo dañinos para la democracia que no auguran nada bueno. Para muestra un botón: el ascenso de los partidos radicales de uno y otro signo, léase Vox y EH Bildu.  

Los errores de cálculo de Pedro Sánchez han provocado que el Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos haya necesitado del apoyo de Bildu para sacar adelante sus medidas legislativas y eso, lógicamente, lo ha castigado el electorado español mayormente, aunque en Euskadi y Navarra no haya sido así. Esto es bastante evidente, aunque haya también que valorar los graves errores cometidos por el propio Gobierno, los más clamorosos los del Ministerio de Igualdad. Si por estos lares lamentablemente nos encontramos cotidianamente con individuos que justifican la historia criminal de ETA, en el resto del Estado un importante porcentaje de la población ni tan siquiera comprende las razones o argumentaciones del nacionalismo vasco. Trasladado a la política navarra, se deduce que si Chivite resulta reelegida gracias a los votos de EH Bildu, el batacazo que el PSOE se va a llevar en el conjunto del Estado en las próximas elecciones generales va a ser morrocotudo. Habrá que ver el grado de responsabilidad del que hace gala el PSN para impedir que la Izquierda Abertzale sea determinante en la Comunidad Foral y, asimismo, la capacidad de dirección de Pedro Sánchez para impedir que un precario Gobierno socialista en Navarra apoyado por Bildu tumbe su carrera política y ponga fin al Gobierno de izquierdas en España, algo que por otro lado quizás sea ya inevitable; tal vez se tratase para el PSOE de una cuestión de supervivencia política. Bildu ha sumado dos parlamentarios más que en la legislatura pasada y un concejal más en Pamplona, por lo que no se podría disimular el pacto con ellos, algo que con la supremacía (ya finalizada) de Geroa Bai podía quedar más o menos encubierto. Habría que explicar claramente que ese pacto existe porque negarlo sería una burda mentira, evidente para la gran mayoría de las personas adultas. 

En realidad el PSN lo tiene muy fácil. La suma de UPN y PSN en el Parlamento foral es de veintiséis parlamentarios, es decir, que obtiene la mayoría absoluta. Y en el Ayuntamiento de Pamplona, de veintisiete concejales, conformaría catorce, es decir, mayoría absoluta. Y esto es así en muchas otras localidades navarras, por ejemplo Estella/Lizarra. Y eso sin olvidar que UPN ha conseguido la mayoría absoluta en el importantísimo Ayuntamiento de Tudela, la capital de la Ribera. El experimento del cambio político en Navarra tuvo su momento, máxime cuando uno cree que la alternancia política es positiva y favorable para la democracia, pero para muchos simplemente nos ha servido para que aprendamos de una vez por todas que la política real no se construye con grandes ilusiones ni con grandes esperanzas, ni con principios ideológicos inmobles, ni con la idealización de personalidades políticas, sino que se basa en el trabajo honesto de cada día llevado a cabo por equipos de personas inteligentes y con buena voluntad, con espíritu de servicio y con vocación por el trabajo en post del bien común.