Opinión

Vivir

Tras muchos años colaborando con este extra fiestas de Santa Ana, es la ocasión que más difícil me resulta escribir. Comentar algo sobre las no fiestas y que no entristezca es imposible.

Lo primero unirme al dolor de miles de personas que han perdido a sus seres queridos. 

En segundo lugar, agradecer a todos los profesionales que con su trabajo abnegación y esfuerzo han salvado miles de vidas. 

Este bisiesto nos trajo el maldito coronavirus, que nos arrebató a muchos tudelanos. Que nos dejó sin Ángel sin Volatín, y ahora sin fiestas, nos ha cambiado la vida.

Conforme vas restando años a la vida, al final de ciertos acontecimientos te sobrecoge pensar si estaremos aquí para festejarlos el próximo año. En esta ocasión con mucha más razón. Cuando llegue el 31 de julio no nos quedará la nostalgia de lo vivido en fiestas, si no la tristeza de no haberlas vivido.

Es un magnífico momento para reflexionar, sobre qué pasaría si fuésemos capaces de traspasar al resto del año, todos esos “momenticos” que solo se dan en fiestas: saludarnos con gente que el resto del año no lo hacemos, tener una predisposición a la empatía, disfrutar con tan solo mirar, respetar el color político de cada uno sin que opinar diferente sea extremista, charrar hasta quedarnos afónicos… Vivir y dejar vivir.

Estoy convencido que las fiestas sin olvidar y respetar a los muertos, nos habrían desembarazado durante unos días de tanta crispación acumulada, de esos brotes de odio que tanto daño nos hacen. Pero el sentido común nos manda aceptar las circunstancias, y hacer caso a los científicos y sanitarios que aconsejaron la suspensión de las fiestas por el bien común. 

Mantengamos la esperanza de que el 24 de julio del 2021 en La Plaza Nueva, podamos contestar todos al grito de: Tudelanos ¡Viva Santa Ana, Viva Tudela!