Opinión

Un soplo de aire fresco

Últimamente la política ha tomado un control casi total de la vida cotidiana en todos sus ámbitos, ya es casi imposible que un noticiario no sea abierto por una noticia de actualidad política o un periódico no lleve algún asunto político en portada y esto ya no ocurre en campaña o en momentos puntuales, si no que es ya un vicio adquirido. Esta sobredimensión de la importancia de la política y la exageración del impacto de la misma en la vida diaria de todos nosotros nos ha llevado a apartar de la luz pública, de los periódico  y de la actualidad en general asuntos interesantes, mucho más trascendentes y con más relevancia para la vida del ciudadano de a pié y su futuro.

Resulta imposible ya, sobrevivir o vivir evitando la politización total de cada palabra, cada acción o cada ámbito de la vida, llegando a los terrenos más privados imaginables. En este ambiente tóxico es casi imposible que cualquier iniciativa, por legitima que sea o por lo muy bondadosas que sean sus intenciones consiga obtener el aire suficiente para sobrevivir a esta burbuja de la politización absoluta de la vida pública y privada.

Debemos concienciarnos todos de que la política no es tan importante. Es fascinante como los países que copan los primeros puestos del Índice de Competitividad global son aquellos, en los que tradicionalmente la política ha gozado de una importancia secundaria, en algunos casos directamente relegada a una burocracia electiva básica.

La sociedad necesita cada día más tomar aire fresco, desintoxicarse y concebir que no todo tiene un fin político y más aun cuando hablamos de innovación, empresas o de iniciativas que nacen de lo estrictamente privado. Necesitamos cada día más defender este tipo de iniciativas y favorecer su florecimiento. Si no comprendemos que la sociedad necesita tomar aire, dejar la política a los políticos y poder plantear soluciones a los problemas por si misma y confiamos todo a la ‘’barita mágica’’ de la política. Si no comprendemos que la sociedad es mucho más que la política. Sin ese soplo de aire fresco que nos desintoxique de esta atmósfera contaminada, muy pronto no habrá nada que pueda crecer.