Opinión

Toros... ¡y vacas!

Pan y toros, o pan y fútbol, son el opio del pueblo que Marx achacó en su día a la religión. Por ello no sorprende que ya el poeta latino Juvenal despreciara el ‘panem et circenses’, y que Unamuno destacara, apesadumbrado, en su escrito “El espíritu castellano”, que aquí lo que importa es el “¡pan y toros, y mañana será otro día!”. ¡No iban desencaminados!

Ahora hay un movimiento que propugna la prohibición de la fiesta nacional, y los muertos y heridos producidos esta semana en festejos taurinos populares, con toros y vaquillas, han despertado otra voz de alarma... ¡No puede ser!, se dice. Pero el entretenimiento bovino es el rey de la calle. Y no tiene por qué no serlo, si se sabe gestionar.

Prohibir no es el camino.

En cualquier caso, matar en la plaza al vacuno con tiro de escopeta, y otras muchas ‘ocurrencias’ ‘populares’, deberían ser desterradas de eso que llaman espectáculo o fiesta, porque hasta el rabo todo es toro, o vaca, y no sabe uno con qué se va a encontrar con las reses, libres, por las calles.